22 de junio de 2010

0099- LA ENSEÑANZA EN TIEMPOS DE FRANCO.

Amanece un día cualquiera de otoño en Cabanes. Hacia las ocho me llama mi "tía" (madrastra). No sé por qué tan temprano, me pregunto.
Me visto. Pantalón corto con dos parches en el culo -la moda de entonces y ahora-, camisa con el cuello raído, viejo jersey con alguna mancha y más de un agujero.)Bajo a la cocina donde, junto a los restos de una vieja cortina de "baladre", que separa ésta del pasillo, están los restos de una silla (sin asiento) que sostiene una palangana con agua.
- Les orelles també -grita mi tía.
Me lavo la cara y bajo al corral de las gallinas donde debo hacer "otras cosas". En el corral hay cuatro viejas gallinas que apenas ponen huevos y que, al verme, se acercan presurosas pensando que puedo ser yo quien les dé el primer sustento del día, pero no es así ya que, con un trozo de caña caída del cañizo que separa el corral del cobertizo, hago un pequeño hoyo en el estiércol que tapo después de hacer "aquello" a lo que venía. En principio las gallinas han quedado sin desayuno, aunque no estoy del todo seguro puesto que, al marchar yo del corral, veo que se han puesto a escarbar...

No hay desayuno en nuestra casa, mi tía me pone un trozo de pan y un bollito de "chocolate terroso" dentro de la cartera escolar, a la vez que ata con un pequeño cordel el tazón de aluminio que queda colgando del asa al exterior; todos los niños lo llevan así y, como cada día, en el recreo nos lo llenarán de leche americana en polvo, que cocinará la tía Trinidad la de Bolos, madre de José Luís y Marisa.
Me mojo un poco el pelo y con el peine, al que le faltan no menos de cuatro o cinco púas, consigo hacerme la raya lo más recta posible y con la punta de un lápiz aprovecho para quitar la mugre que hay entre las púas que quedan. Me despido de mis padres y salgo hacia la escuela. Vivimos en una calle secundaria pero de gran actividad. La calle de Les Eres, parte trasera de las casas del Carrer de Castelló, es donde todos estos vecinos hacen principalmente su vida, mientras la puerta a la calle principal está permanentemente cerrada. Son los ricos del pueblo, los pobres vivimos en la pared de enfrente de la misma calle, a la umbría. Para más ambiente, en el carrer de les Eres tenemos la más importante carpintería de la localidad (els Facundos) y el "molí de farina del tío Ernesto de la Barana" donde los niños jugamos entre sacos y poleas, para enfado de Herminio el de Santamaría, que es el encargado principal y único. 

La actividad es frenética en nuestra calle y la vida hace acto de presencia al llegar las primeras luces del alba. Habitadas todas las casas de dicha calle los agricultores preparan carros y animales para marchar hacia el campo, las mujeres salen a barrer la calle pasando antes la regadera para no levantar polvo. Algunos carros del Pla de l'Arc acuden a moler el trigo y algunas otras legumbres para pienso de los animales, al tiempo que los niños salimos en dirección a la escuela: Solita la de Tarambana y su hermano Paquito, Mari Nieves que pasa una temporada en casa de su tío Ximo el dels Garxos, Paquito el de Facundo y su hermana Maria Pilar, Paquito el de Valero, Contxita la de Valeriano, Teresita la de Belesario y yo mismo Rafael el de Condill; frente a su herrería nos está esperando Manolito el de Pipa. Todos, más o menos juntos, enfilamos hacia la escuela por "el Clot de Pipa" un camino hondo y lleno de hortigas que ha propiciado más de una urticaria.

Nuestra primera idea es levantarles la falda a las chicas para verles las bragas, acción duramente perseguida a día de hoy. ¡Cosas del Opus Dei social-comunista!. Pero entonces, semejante comportamiento era ¡cosa de niños! y ahí acababa la cosa. Ellas ya se sabe... 
- ¡Cotxinos, malcriats, ja els ho direm als vostres pares!.
Pero las risas evidenciaban que el chivatazo no se produciría.
A la llegada a la escuela chicos y chicas se separaban, puesto que la enseñanza de unos y otras era diferente y en aulas separadas. Chicos ala norte del edificio y chicas ala sur, separadas por un gran patio que servía para jugar en las horas de recreo. 
Falta un cuarto de hora para que empiecen las clases y todos aprovechamos para los primeros contactos y juegos del día. El tiempo pasa pronto y un silbato pone fin al juego, al tiempo que las voces de los maestros nos conminan a formar frente a los mástiles emplazados en la fachada interior de la entrada principal.
- Alinearse... ¡Ar!
- Izquierda.. ¡Ar!
- Firmes....... ¡Ar!

Los tres primeros de la clase de los mayores son los encargados de izar las banderas. La española en el centro y a derecha e izquierda la de la Falange y la de los Requetés. Don Francisco Amela, director del colegio entona el primer himno...
Viva España,
alzad los brazos
hijos del pueblo español,
que vuelve a resurgir...

El cántico finaliza al grito del Director,
- ¡Viva España!...... (viva)
- ¡Viva Franco!...... (viva)
Y Don Francisco empieza de nuevo...
Cara al sol con la camisa nueva,
que tu bordaste rojo ayer...
Esta vez el himno finaliza de forma distinta,
- ¡Arriba España! -grita Don Francisco... (viva)
- Rompaaan... ¡filas!. ¡Ar!

En Cabanes el 80% de la población mayor eran republicanos. Los cánticos y las tres banderas en lo alto de sus mástiles emocionan a una chiquillería que no sabe de políticas..., aunque en las casas no se hace otra cosa que maldecir los signos que allí constituyen el inicio de la jornada escolar de los chavales. Nosotros, niños con 8-10-12 años, no sabemos donde está la verdad. Hoy, cincuenta años después, sabemos que la verdad no existe, puesto que cada cual tiene la suya.


Entramos en clase. Cada uno ocupa ya su pupitre cuando, de repente...
- ¡En pie! -dice el maestro, al tiempo que inicia el rezo de un Padrenuestro que los alumnos acompañamos disciplinadamente.
Lo siguiente, según el día, puede ser un Dictado, la lectura de "El Libro de España" o el estudio de una de las materias de la enciclopedia que habitualmente estudiamos. La hora del recreo (11,00h) llega pronto y nuevamente el silbato, que suena en el patio del colegio, indica que ha llegado la hora de salir. Serán 15 minutos para tomarnos la leche en polvo que los americanos proporcionan a los niños españoles, a cambio de poder instalar en nuestro país sus bases militares, y 30 para jugar. Los niños desatamos del cinturón de la cartera el tazón metálico que todos llevamos y nos disponemos a formar para, en rigurosa fila, ir a recoger el tazón de leche. También por la tarde se repetirá este acontecimiento diario, esta vez con un trozo de queso amarillo "de Bola", que acompañaremos con el pan que nos pondrán nuestras madres en la cartera.

- A medida que vayáis terminando la leche podéis salir al recreo -dice el maestro, que tiene más ganas que nosotros de poder salir a tomar el sol y a fumarse un pitillo.
Varios eran los juegos de los niños y niñas de entonces: El guá, la bandereta, la comba, Buli y dali, la trompa, les chapes, els cartonets, etc., etc.
Pero el tiempo pasa rápido y nuevamente el silbato nos indica que el horario de juegos ha finalizado. Entramos atropelladamente en clase y tras unas breves indicaciones del trabajo a realizar por la tarde suenan las doce del mediodía.
- ¡En pie! -dice nuevamente el maestro, al tiempo que empieza el rezo del Ángelus, de obligado cumplimiento en aquellos años de posguerra...
Dios te salve María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tu eres
entre todas las mujeres
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.

Los niños disciplinadamente respondemos...
Santa María, madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores...
Antes de marchar el maestro nos recuerda...
- No olvidéis decirles a vuestros padres que mañana finaliza el plazo para realizar las aportaciones "voluntarias" 
para el Domund y la Santa Infancia. 
Hay algunos que todavía no han traído su donativo. Los que mañana no hagan su aportación, pasarán a ser los últimos de la clase...

RAFAEL FABREGAT

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