9 de julio de 2010

0111- EL SEÑORITO DE CABANES (Plana Alta)

Ni la Plana Alta está tan alta ni el "Señorito" era tan señorito, pero así se llaman las cosas y así deben pues escribirse. Como habrán adivinado, al menos los mayores, nos referimos a la uva de pie híbrido americano que tantas alegrías aportó a la familias pobres de la zona.
En nuestra comarca todos los pueblos que circundan el popular Pla de l'Arc, al que da nombre el famoso Arco Romano de Cabanes y del que muchos cabanenses presumimos con razón, son prácticamente de secano. Cabanes, Benlloch, Vall d'Alba, Pobla Tornesa y Vilafamés apenas si tienen alguna pequeña zona de superficiales "aiguamolls" en los que algunas norias de limitado manantial y largo cadenado, sirven para cultivar algunas hortalizas para el alimento de familias, animales y poco más. El resto del término municipal de estas poblaciones son pino y monte bajo en altura, cultivo de almendro, olivo y algarrobo en ladera y cultivo de secano en el llano.

Aunque al finalizar la Guerra Civil española los primeros cultivos en los llanos de nuestra comarca estuvieron dirigidos a la producción de cereal, en la década de los 50 muchos campos empezaron a plantarse de viñedo híbrido (pie americano) principalmente de las variedades Señorito y Edo. Unas décadas atrás la Filoxera había acabado con todas las viñas existentes en nuestro país y en toda Europa, comprobándose que los pies de híbrido americano eran inmunes a la enfermedad. Nada más fácil que plantar, con una simple vara, unas variedades que no era necesario injertar y que, además, eran productivas. La novedad y la demanda de vino prontamente compensaron a aquellos primeros productores y, como pasa siempre, la plantación masiva no se hizo esperar. Los precios del cereal no compensaban en absoluto el cultivo en minifundio y la ardua labor del arado y sembrado con mulo, con siega manual.

Aunque primeramente el hambre lo hacía todo bueno y de interés, satisfecha ésta el personal buscaba una rentabilidad en su trabajo y los bajos precios imposibilitaban el cultivo de cereal en pequeñas parcelas, habiendo importantes latifundios en las mesetas castellanas que ya sembraban y cosechaban de forma mecanizada y en fincas de muchas hectáreas. En la década de 1.950 la mitad de las zonas llanas de los pueblos citados y especialmente Cabanes, se plantaron de viñas de este tipo y en la de 1.960 se llegó al 80%, siendo el resto almendros y olivos. La viñas estaban en su apogeo y, aunque en principio se vendía la uva a comisionistas locales que reunían y comercializaban el producto, prontamente los agricultores, asociados en Cooperativas locales, empezaron la construcción de Bodegas Vitivinícolas.

A partir de entonces, los propios agricultores elaboraban y comercializaban el vino resultante, eliminando a los intermediarios. Aumentó al máximo la producción y la rentabilidad de la cosecha de uva, superándose solo en Cabanes los 10 millones de kilos.
Quien esto escribe fue, durante once años, el encargado de la báscula de la Bodega-Cooperativa de Cabanes y puede dar fe de que se superaban los 6 millones de kilos al tiempo que, aunque pequeña, había una segunda bodega particular en la localidad (Joaquín Pastor) que tenía una buena clientela. Al mismo tiempo seguían comprando en Cabanes no menos de 2 o 3 comisionistas (Falomir, Juliets, el Peraile, etc) para Alcoholes Vidal de Castellón, con fábrica en Benlloch.

Ya he escrito en ocasión anterior sobre el particular y poco había pues que añadir a este tema, pero he querido complementarlo refiriéndome a las variedades de uva de la comarca, que supusieron una cómoda solución a la escasa rentabilidad del cultivo de cereal y una forma de esquivar el peligro de la plaga que acabó con la producción vitivinícola europea. Siendo una enfermedad que penetra por la raíz, quienes tuvieron la voluntad de volver al cultivo de las variedades más nobles se limitaron a injertar sobre este pie americano y el peligro de la Filoxera quedaba eliminado. Sin embargo la miseria reinante forzó una rápida productividad y el pie no se injertó, habiendo dos variedades híbridas principales que eran EDO (20%) y SEÑORITO (75%), aunque también existía el DESERT y SEÑORITO BLANC (5%) estas últimas prontamente eliminadas por su baja producción.

El resto de los pueblos de la comarca funcionaron de la misma forma que Cabanes y acabaron de igual manera cuando, las autoridades europeas sugirieron a las españolas que dicho cultivo debía eliminarse habida cuenta el exceso de producción de vino y lo basto del híbrido (alto contenido en diguclósido de maldivina) que aquí se cultivaba. Mayoristas y Minoristas tienen asegurado el margen comercial correspondiente, que no quiero yo decir que sea abusivo, pero sí está claro que el agricultor, el que más sacrificio y duro trabajo pone para producir el producto, es justamente el que no tiene rendimiento alguno garantizado, limitándose a recoger el sobrante (las migajas) que quedan del precio final pagado por el consumidor.

Se subvencionó con 60 Ptas. por cepa el arranque y en un par de años se eliminó la totalidad del cultivo de este tipo de viñedo.
Arrancadas las viñas las mejores parcelas se plantaron con frutal de secano y el resto quedó improductivo. El éxito del frutal apenas duró 15 años.
La falta de lluvias suficientes y unos precios que no pararon de bajar impidieron la continuidad, llegando después el incremento de la industria y de la construcción, abandonándose el cultivo de la tierra en un 90%.
Llegados a finales del siglo XX y principios del XXI el abandono agrícola fue de tal magnitud que no solo se abandonaron las zonas de secano, sino que hasta incluso muchos de los huertos de naranjos del litoral, todos ellos en regadío y clima excepcional, están actualmente yermos.

Hoy la crisis ha hecho que se recupere alguna parcela, pero la juventud no está ya por la labor de dejarse la piel en una agricultura que carece de compensación económica alguna.
Cuando no es el tiempo, son las plagas y cuando no los escasos precios que solo garantizan las expectativas del comerciante.
Con esta política es difícil que jóvenes agricultores sigan la trayectoria de sus antepasados y que garanticen el suministro de los mercados. Actualmente un gran porcentaje de los alimentos frescos que consumimos son de invernadero o de importación, pero el día que esta gente espabile y falle el suministro veremos que es lo que podremos llevarnos a la boca. Muchos como yo creímos que con la llegada de la crisis muchas parcelas volverían a trabajarse, tiempo sobra, pero si no hay rentabilidad es comprensible que esto no suceda. Los viejos de antes, bastos como cerrojo de prisión y menos cultura que asno de noria decían que...
"Para ser puta y no ganar nada, mejor quedarse sentada".

RAFAEL FABREGAT

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