1 de septiembre de 2010

0146- LOS VIAJES DE LA CAJA RURAL DE CABANES.

Sería la década de los 90. Yo era el Tesorero de la Caja Rural Ntra. Sra. del Buensuceso de Cabanes, entonces independiente, y era costumbre regalar viajes (de un día) a los socios y clientes. 
Naturalmente era la Junta quien decidía el viaje a realizar y yo, conocedor de la zona, propuse viajar a Barcelona. 
La inscripción era libre y solo había que abonar los gastos extras que se produjeran y que, en este caso, tan solo sería el coste de la comida del mediodía que era en Comunidad.
La Junta aprobó la propuesta, pero me encargó la gestión del viaje y la responsabilidad de su éxito que, quiero adelantar, lo fue sin precedentes. Aún hay quien me lo recuerda todavía...
La gente, al apuntarse para el viaje, pagaron 100 Ptas. cada uno en concepto de entrada y comida en el Parque Rioleon-Safari-Park de El Vendrell, consistente en un cuarto de pollo a l'ast con patatas, ensaladas, postre y naturalmente bebidas, pan y café. Fueron muchos los que se inscribieron y llegado el día del viaje la plaza de la Fuente estaba llena de gente, esperando los autobuses que habían de trasladarnos a todos. 

Eran más de ciento veinte personas y dos autocares de grandes proporciones los encargados del transporte. Cada autocar llevaba a dos miembros de la Junta que hacíamos de encargados y allá que nos fuimos.
La primera parada, para almuerzo y visita libre, fue en Tarragona, siguiendo después para visitar el mencionado Parque Rioleón de El Vendrell, donde cientos de animales de las selvas africanas campaban a sus anchas por aquellos controlados parajes. 
Recorrido en 4x4 por los caminos interiores del parque y exhibición de todas las proezas de los delfines en la piscina al efecto, así como espectáculos de loros amaestrados que hicieron las delicias del personal. Hacia las dos de la tarde nos prepararon allí mismo la comida para todos y a las cuatro ya salíamos en dirección a Barcelona para dar nuevamente tiempo libre para la visita de la gran ciudad, con regreso en punto de encuentro señalado a las doce de la noche. 

Tony el de la Perra y Vicente el de Pepita, en nombre de un grupo bastante numeroso de gente marchosa, pidieron el retraso de uno de los autocares hasta las tres de la madrugada y los viajeros se organizaron para volver en uno u otro, según su preferencia. Otros, más comedidos, optamos por el primer autocar, pero antes...

La Plaza de Cataluña, las Ramblas y el Barrio Gótico coparon las preferencias de la mayor parte del personal, así como los grandes almacenes donde compraron algunos regalos para la familia. 
Otros, tras una improvisada cena, entraron en algún cine y otros, conocedores o mejor informados, nos fuimos hacia el Paralelo barcelonés.
El Molino Rojo, el Teatro Arnau, el Teatro Victoria, el Teatro Apolo, etc.
Todos los teatros del Paralelo tenían espectadores de Cabanes. Mi mujer y yo elegimos el Teatro Victoria, en el que actuaba la Bibi Andersen (Bibiana Fernández) todavía no operada entonces y con un paquete que para sí quisiéramos más de cuatro. No menos de dos docenas de cabanenses estábamos allí, entre ellos Manolito el de Felip y toda una "colla" de solteros locales que, tras una buena merienda, estaban con los ánimos bastantes exaltados.

Apenas había un tercio de aforo y mi mujer y yo estábamos en cuarta o quinta fila; la pandilla aludida dos o tres filas más atrás. Era espectáculo de "Revista" y, en una de sus actuaciones, la Bibi salía vestida de bailarina brasileña con un vestido realizado a base de plátanos de plástico, con poca cosa detrás. En pleno desarrollo de su actuación, mientras bailaba iba quitándose plátanos del vestido lanzándolos hacia el público. En un momento dado me miró y con un movimiento de cejas me consultó si lo quería. Yo (inocente) pensando que podía ser un recuerdo del viaje, le dije que sí con un movimiento de hombros y ella me lanzó un plátano. Pronto quedó la Bibi sin vestido, para alborozo de los espectadores, pero... ¡Ay!. Dirigiéndose a los afortunados receptores de plátanos, nos fue rogando a todos que le devolviéramos los plátanos, pero subiendo al escenario. 

Yo (massover) me negué alegando una cojera que me lo impedía y que mi mujer corroboró, pidiendo ¿ella? que lo lanzara hacia atrás y fue Manolito el de Felip quien lo recogió y subió al escenario.
Diferentes bailes y pruebas que desataron las risas del público, amén de algún arrumaco por parte de la Bibi que, como he dicho anteriormente, aunque mostraba dos tetas impresionantes, también dejaba adivinar lo mucho más que guarbada bajo las braguitas que llevaba. Una tarde divertida e interesante, a la que los viajeros del segundo autocar sumaron las actuaciones erótico-porno del Bagdad y alguna película o espectáculo adicional de madrugada. Ciertamente el viaje resultó ser uno de los más completos y amenos que había organizado nunca la Caja Rural de Cabanes... 

Algunos de aquellos que viajaron con el segundo autocar, todavía me recuerdan en alguna ocasión la tarde-noche pasada en Barcelona ese día.
Este viaje fue, si no el último organizado por "La Caixa Rural", sí uno de los últimos. Aquellos que tenían algún ahorro depositado en la Entidad, de acuerdo con su sentido de la justicia, reclamaron que aquellos dineros que se gastaban en los citados viajes, se destinaran a aumentar el interés de los depósitos, que eran los productores de los beneficios. Yo no entro aquí en valorar la razón o no de los reclamantes, pero los viajes quedaron anulados a perpetuidad. Pero sí quiero dejar claro que el que produce el beneficio de los depósitos realmente es quien los utiliza, el que hace el préstamo y lo devuelve con sus correspondientes intereses. Sin embargo debemos siempre hacernos la pregunta del millón... ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

RAFAEL FABREGAT

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