16 de noviembre de 2010

0201- CORREOS DE CABANES EN 1ª REGIONAL.

No voy a hablar de fútbol amigos, no. Con este título me refiero a que ¡por fin! tras muchísimos avatares, el pueblo de Cabanes disfruta de instalaciones y personal de Correos de primera categoría regional.
No quiero decir con esto que los anteriores carteros que han ejercido su profesión en nuestro pueblo se durmieran en los laureles, no. Lo que pasa es que, contrariamente a sus previsiones, el correo no mermó con las modernidades, sino que aumentó y sigue aumentando cada día que pasa debido también al aumento de habitantes de la localidad. Y claro... "un bou tan sols fa un rastre".

Desiderio fue el primer cartero que yo conocí.
El contacto entre nosotros fue importante puesto que, teniendo mi padre negocio y estudiando yo varios cursos por correspondencia, la recepción y envío de cartas a nuestra casa era muy superior a la suma de un centenar de vecinos de la localidad.
Sin teléfono y usándose el telégrafo (bajos del Ayuntamiento) para los asuntos de más urgencia, el correo era la forma más usual de comunicarse en aquellos tiempos.
Aparte las cuestiones señaladas, Desiderio era una persona muy afable y abierta a la broma y el chascarrillo, por lo que su conversación siempre era amena y distendida. No cuando tenía prisa, claro...
- ¡Fabregat! -gritaba abriendo la puerta- ¡el cartero!.
Y tirando las cartas en el suelo de la entrada de la casa, salía pitando hacia el destino de la carta siguiente a repartir.
Su domicilio y cartería estaba en el número 3 de la Plaza de la Iglesia, esquina "al raconet" y vecino de "Víctor el Cinero", empresario que explotaba entonces el Cine Benavente y que vivía en la casa adyacente, esquina a la calle de San Mateo, adquirida posteriormente por el Ayuntamiento de Cabanes, ahora Oficina de Turismo.

Imagino que el oficio de cartero, en aquellas décadas de los 50 y 60, no estaría demasiado bien pagado y Desiderio, aunque solterón con pocos gastos, ayudaba a su economía con la música y con el oficio de electricista. Saxofonista en la Banda Municipal, sus ingresos como músico le provenían de las contrataciones de la Orquesta Jove (curiosamente la más antigua), en la que actuaba como acordeonista. En cuanto a su oficio de electricista, en principio sin competencia, instalaba la mayoría de las casas de la localidad y contratado por el Ayuntamiento de Cabanes, llevaba también el mantenimiento del alumbrado público. Posteriormente ya ejerció también como electricista Vicentico el de Maleno pero, aunque no tengo datos para precisar fechas, ambos murieron muy jóvenes. El primero en marchar fue Desiderio que, en el cometido de sus funciones como electricista del Ayuntamiento de Cabanes, a finales de la década de los 60 falleció al caerse de la escalera que utilizaba para efectuar estas labores de mantenimiento del alumbrado público.

Al parecer estaba trabajando en la reparación de una de las farolas, en el barrio trasero a la Iglesia Parroquial cuando la escalera, colocada demasiado verticalmente, se volcó hacia atrás dando Desiderio en el suelo, con tal mala fortuna que un golpe en la cabezazle costó la vida.
Unos años después, a principios de la década de los 70 murió también Vicentico, al no poder resistir una operación quirúrgica. Pero en fin, volvamos al tema de hoy... Tras algunos años en que la Cartería de Cabanes estuvo vacante y que atendió la hermana de Desiderio con gran voluntariedad y eficacia, cogió oficialmente la plaza el ya cartero de la Pobla Tornesa, Ximo Casanova, antiguo fabricante de escobas de palma, con el que teníamos en mi casa muy buena relación. Colegas, sin competencia entre los respectivos clientes, eran frecuentes los favores entre su padre y el mío, especialmente en lo relativo a prestarnos capuchones de plástico o alambre de acero, entonces de difícil obtención.

También en una ocasión que llegó por estas tierras un comprador de escobas de Vilafranca del Penedés, que cargó a tope su furgón con material de su taller y del nuestro y pagándonos a ambos con un Cheque sin fondos, Ximo y yo, como mandatarios de nuestros respectivos padres, verdaderos propietarios del negocio, viajamos a la casa del susodicho moroso y exhibiendo sendos garrotes conseguimos que nos pagara una parte en efectivo y el resto con material que allí mismo cargamos sobre el camión de un recadero que se prestó a hacernos el porte.
Quiero decir con todo esto que, entre nosotros, la relación comercial y personal siempre ha sido buena.
Ximo inicialmente instaló la cartería en el número 14 de la calle de San Vicente, junto "als cuatre cantons" y vecino con la casa de "Ernesto el Sabaté". Allí estuvo algunos años la oficina de correos, hasta que el Ayuntamiento de Cabanes adecentó el antiguo "Hospitalet", construyendo primeramente la Asociación de pensionistas y posteriormente el Ambulatorio, siendo en esta segunda fase cuando se dedicó una parte del edificio al servicio de Correos, en el mismo punto que anteriormente ocupó la Oficina Telefónica y actualmente consultorio de Pediatría.

Allí estuvo Ximo atendiendo el servicio durante muchísimos años de forma solitaria hasta hace unos pocos años atrás cuando sus jefes, atendiendo sus demandas, se cercionaron de que Cabanes era ya demasiado trabajo para una sola persona. En principio se le dio apoyo con el cartero de Benlloch y otros colegas, pero pronto se verificaría que dicha ayuda seguía siendo insuficiente. Poco a poco fueron incorporándose nuevas personas al servicio hasta el punto de no tener cabida en instalaciones tan insignificantes y ¡por fin! se hizo la luz al contratar un nuevo local de grandes dimensiones que da cumplido servicio no solo local, sino que mira también al futuro de la comarca acogiendo la centralización del servicio de Correos para los pueblos del entorno.

Hoy, cuando todo funciona con la soltura y celeridad que permite un personal preparado y suficiente, en local amplio y dotado de la tecnología adecuada para hacerlo eficaz, el amigo Ximo no está para verlo ni disfrutarlo. Una salud no demasiado buena le apartó del servicio unos meses más tarde. Después de toda una vida dedicada al servicio de Correos y cuando hubiera podido vivir el cambio a unas oficinas de primera categoría, en las que supuestamente podría (o debería) haber entrado como director, la falta de salud lo arrinconó para finalmente perder la vida. Así es de triste este mundo. Lo siento amigo, nada es para siempre y más pronto o más tarde todos tendremos parecido destino.
Tu ya no estás en Cabanes ni en tu querida Pobla Tornesa pero no olvides que, aunque como todo el mundo habrás tenido algún que otro problema con el personal, dejas amigos que te recuerdan con afecto.

RAFAEL FABREGAT

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