7 de noviembre de 2010

0193- PERO BUENO, ¿SE PUEDE SABER QUÉ COMEMOS?

Pues no. En muchas ocasiones, no podemos saber lo que comemos y casi mejor que así sea ya que, de saberlo, igual nos morimos de asco primero y de hambre después.
Hasta ahora no me había planteado el por qué de los hábitos vegetarianos. Naturalmente los motivos serán diversos, pero uno de ellos puede ser perfectamente el asco a los alimentos que hay disponibles en nuestros supermercados. ¿Se ha plateado alguien de donde viene esa comida y cual es el camino que ha recorrido hasta llegar a nuestra mesa?. Ya he dicho antes que mejor no saberlo, pero ese no es tampoco un proceder válido. Queremos y necesitamos saber. Nada hay más importante, para cada uno de nosotros, que nuestra salud.

Mucho me temo que estamos exponiéndola en demasía al comer muchos de los alimentos (comida basura) que el mercado nos ofrece. ¿Habrá al menos una alternativa?
El refranero lo dice bien claro... "lo bueno, si breve, dos veces bueno". En todas las cosas de la vida, por muy sanas y placenteras que sean, abusar siempre es malo. Si no, miren la foto, ¿creen que lo que pretende esa chica puede ser bueno?. Pues no, todo no cabe. Cuando se habla de "el pecado de la carne" no se trata de acostarse con cuatro mujeres/hombres a la vez, eso no es pecado, pero sí el abuso en el consumo de este tipo de alimentación, que al final se convertirá en la pérdida de nuestra salud.

No era así cincuenta años atrás, cuando la alimentación era más variada y menos dirigida al consumo animal. Sin embargo, la economía y las prisas en las que nos movemos hoy, nos hacen más propensos a elegir comidas rápidas y calóricas, a la vez que económicas.
Favoreciendo esos nuevos hábitos se ha implantado una industria cárnica descontrolada, que solo busca el beneficio rápido. Producir a escala industrial, inmovilizando a los animales y alimentándolos con harinas y aditivos insanos es lo habitual. También son habituales decenas de medicamentos que, autorizados o no, tienen como meta un engorde acelerado y retención de líquidos que permita beneficios a corto plazo.

Bien está el control de la salud y problemas del animal que puedan mermar las ganancias de los productores, pero todo lo que pase de ahí...
Sin embargo no se piensa tanto en el riesgo del consumidor, alguno de los cuales ha tenido que ser ingresado por comer carne de animales alimentados con pienso que contenía clenbuterol y otras sustancias para engorde masivo, cuyos resíduos quedan almacenados en la carne de los animales que posteriormente vamos a consumir.
Ya no digamos del tratamiento criminal de estos animales y de la masificación de las carnes que de ellos se despiezan tras el sacrificio.
Si vergonzosa es la forma de cría y engorde, más lo es todavía la de transporte, sacrificio, despiece y tratamiento de la carne en aquellas industrias cárnicas que solo miran el beneficio y la competitividad.
No se trata de mataderos descontrolados, pero sí de auténticas industrias cárnicas en las que no se valora la crianza del animal ni la salud de los consumidores posteriores. Ya no digamos la escasa o nula delicadeza que se tiene a la hora del sacrificio... ¡Que horror!

Aquí todo importa un pimiento, salvo las cifras. Se trata de producir el máximo al menor costo posible y con sustanciosos beneficios; si hay un problema sanitario, allá cada cual. Buscar la implantación de leyes a conveniencia y punto.
No es eso lo que interesa al mundo, pero cierto es que ellos (los productores) tampoco tienen obligación alguna de pensar por nosotros. Debería ser el consumidor el que dijera ¡basta! dejando de comprar ese tipo de productos. Yo entiendo que en los países con hambre, nada hay más importante que llenar el estómago, pero quienes tenemos la suerte de vivir en un país de los considerados "primer mundo", aunque la mayoría estemos a dos velas, no deberíamos entrar en ese juego.

Sabemos que es una mierda de comida pero seguimos comprándola. Cincuenta años atrás, cuando en España había mas hambre que comida, lo que se comía era bueno; escaso pero de primera calidad. Un pollo, aunque solo fuera dos veces al año, era un pollo y lo mismo el resto de animales que se sacrificaban. Ninguna necesidad había entonces de ser vegetariano, puesto que la poca carne que se comía era criada en libertad y (sin certificación veterinaria alguna) de la mayor confianza. ¿Que carne comemos ahora? Nadie lo sabe, al menos nadie de quienes la consumimos. En muchos de los casos, auténtica basura. ¿Que necesidad hay de comprar chuletas de cordero congelado, que nadie sabe de dónde son, ni qué han comido, ni cuando fueron sacrificados?.

Pues no voy a dar más ejemplos, porque como ése podrían darse cientos, demasiados. Mi opinión es que si solo hay dinero para comprar patatas, comamos patatas buenas y no chuletas de mierda. Ganaremos en salud y en economía.
Quienes compran esa basura, aunque sea a precio bajo, será que todavía no han visto cómo se crían y qué comen los animales masificados. Pero bueno, ¿es que alguien puede pensar que con un precio de risa te pueden dar el jamón de bellota o las chuletas de esos cerdos que se crían en libertad por los encinares de Extremadura?. Pues no. ¿Y las terneras que pastan en los maravillosos montes de la cornisa cantábrica, o los pollos que, a su libre albedrío, picotean aquí y allá en los caseríos de las tierras vascas?. Pues tampoco.

Esa imagen será seguramente la que el comprador de supermercado tiene en mente al comprarse un entrecot para la noche del sábado, o el pollo que guisa durante la semana en pepitoria o la carne de cerdo que la mujer le hace a la plancha pensando que es manjar de dioses a precio de risa. Pero no es eso lo que te venden, cuando pagas poco por ello.
Cuando uno quiere pagar poco, o no tiene disponibilidad de pagar más, es preferible comprar naturaleza: frutas, verduras, hortalizas, legumbres, pasta...
Te ahorras dinero y ganas salud.
Eso no quiere decir que hayas de renunciar a un buen filete de vez en cuando, pero sin abusar.

Que nadie piense que quien escribe es un vegetariano, nada más lejos de la realidad. Se trata simplemente de que, a un servidor, le gusta lo bueno y procura comer (y beber) lo mejor. Para eso no hace falta gastar más, sino buscarlo en el lugar adecuado para ello. Las mejores patatas, nuevas y nacionales, solo cuestan 0,50 €/Kg. y algo parecido ocurre con las mejores legumbres, las mejores carnes y el mejor vino. Cada cosa (de la mejor calidad) está en un lugar y momento diferente y allí donde todo se reúne (supermercado) es donde la calidad suele brillar por su ausencia.
Otra fórmula de salud y de ahorro en la alimentación es la variedad. No hay por qué comer carne todos los días, pero cuando se coma que sea de la mejor procedencia y calidad posible y lo mismo en el caso del pescado.

Todos pensábamos que "la globalización" facilitaría las cosas y así ha ocurrido, ¡pero no para los consumidores!.
La dichosa globalización lo ha hecho todo más fácil para los sinvergüenzas. No es fácil esquivar la gran cantidad de mierda que nos invade, a través de multinacionales que lo "fabrican" todo, pero algo podremos y tendremos que hacer para defendernos, digo yo. Mi consejo, en tema de carnes, sería comprar a quien vende (!); quiero decir allí donde haya un dependiente y nunca en un impersonal cajón/frigorífico. Los alimentos de calidad no suelen estar "tirados" de esa forma. Preguntemos y razonemos con el vendedor y, si es de nuestra confianza, dejémonos aconsejar. Aún así, pensemos un instante antes de comprar. ¡Nunca ha sido tan necesario como ahora!.

RAFAEL FABREGAT

2 comentarios:

  1. Digamoѕ que no estoy completamente deacuerdo con la forma de expresarlo, pero ssi estoy deɑcuerdo
    el contenido en s�.Bіen hecho

    Mas infoormacion en :: Antonio

    ResponderEliminar
  2. Lo siento amigo. El que hace lo que puede no está obligado a más. Ten en cuenta que mis estudios son solamente los Primarios y en una escuela franquista del año 1960. Un abrazo y muchas gracias por tu lectura.

    ResponderEliminar