12 de abril de 2011

0330- LA TIZA, PASADA DE MODA.

Naturalmente en cualquier aula de enseñanza difícilmente se podrá prescindir definitivamente de las pizarras que siempre han presidido las clases de cualquier tipo. 
Sin embargo han pasado a la historia las típicas pizarras de uso con tiza de escayola, sucias y obsoletas. 
Queda por tanto en desuso la tiza empaquetada en paquetitos de 12 barritas y que, al menor descuido del maestro, con tanto egoísmo nos llevábamos los niños a nuestra casa cual si de un tesoro se tratara.
Desapareció con ella el trapo para borrar los escritos anteriores y que en la última etapa quedó sustituido por un borrador al uso, consistente en un soporte manual de madera de unos 15 cm. de largo con gamuza en una de las caras para efectuar el perfecto borrado sin ensuciarte las manos. 
En el suelo, el permanente polvo de la escayola sobrante de la escritura realizada.
Las susodichas pizarras de tiza, al menos en los colegios de los pequeños pueblos, mantuvieron su vigencia hasta la década de los años 80/90, aunque éstas fueron mejorando hasta llegar a las de uso habitual con rotulador y fácil borrado. Actualmente ya se trabaja con pizarras interactivas digitales pero, en fin... ¡que yo no quería hablar hoy de pizarras!. 

¡Ay Señor...! Es que, me voy por los cerros de Úbeda y queriendo ir a los toros, acabo recogiendo aceitunas. ¡Vaya mierda esto de ser viejo...!  
Hombre, no nos engañemos. Lo cierto es que escribo lo que quiero y como quiero escribirlo, pero si es verdad que las pizarras de las que he hablado hasta ahora no son las que ocupan mi atención en esta entrada, no.
El meollo del asunto está en las pizarras de los bares y restaurantes de nuestra querida España que, mil veces situadas en las aceras públicas indicando a los transeúntes el precio y variedad de sus menús, entorpecen la circulación de los viandantes y han sido motivo de prohibición en algunas comunidades. ¿Bien o mal?. Pues, hombre, hay gustos para todo.

Lo cierto es que alguna comunidad ha prohibido su colocación en la acera y no solo son retirados por la fuerza pública, si no que llevan aparejada la multa correspondiente. 
La solución es la típica colocación en la fachada o puerta del establecimiento. La gente, ya se sabe, empieza a decir que ni en tiempos de dictadura se prohibían tantas cosas como ahora, pero en fin... 
Cien veces está dicho que tu libertad acaba en el momento en que entorpeces la de los demás y claro, una pizarra en la acera y dos que se paran a leerla... ¡Y ya está todo colapsado!
¡Ay pajaritos, qué pronto hemos aprendido los derechos y que cuesta arriba se nos hace aprender las obligaciones...!

RAFAEL FABREGAT 

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