20 de junio de 2011

0397- JUVENTUD DEL SIGLO XXI.

¿Quién si no tiene que hacer las cosas?.

Los viejos ya hemos recorrido nuestro camino. Es a la juventud actual a la que corresponde conseguir sus objetivos de futuro. 
Nosotros tuvimos los problemas derivados de la posguerra y la dictadura de Franco, mientras que nuestros padres y abuelos tuvieron que soportar desordenes públicos seguidos de una guerra civil, además de unas presiones políticas en el caso de ser del bando de los perdedores. Es lo normal después de cualquier guerra y más aún en las de carácter civil.
La naturaleza del ser humano es inquieta y no siempre se conforma con agachar la cabeza ante los abusos de los sinvergüenzas de turno, pero sinvergüenzas los hay en todos los bandos. 
En épocas pasadas fueron unas cosas y ahora son otras pero, en el fondo, siempre son las mismas. Unos siembran y otros recogen. Es más, desgraciadamente siempre suelen recoger más los que menos siembran...
Claro que el débil, aún siéndolo, más pronto o más tarde se rebela ante el abuso de los caciques, de los políticos de turno y muy especialmente de la usura y de la desvergüenza de los bancos que nunca queda saciada.

Profesión, la de banquero, siempre envidiada pero también vilipendiada y con razón. Hay incluso trabajadores de banca que, viendo el abuso incesante que se les hace a los clientes, aconsejan a éstos la mejor forma de esquivarlos. 

Lógicamente a ellos no se les paga para que actúen de esa forma, pero siempre hay gente buena que no puede evitarlo. 
Por mucha luz que haya en las oficinas de un banco y por mucho cristal y mármol que cubra su fachada, todos sabemos que es exactamente igual que aquel oscuro habitáculo lleno de trastos y polvo, con un cabo de vela como única iluminación, que eran las "oficinas" de los avaros del medievo. 
Desgraciadamente nada ha cambiado al respecto y si lo ha hecho habrá sido, sin duda, a peor.
En este momento aquellos avaros, normalmente judíos a los que los mismos reyes acudían en busca de fondos para llevar a cabo sus guerras y que tantas veces acababan asesinándolos para evitar el pago de la deuda, están más presentes que nunca. No se yo cual será el final de esta situación, pero dudo mucho que pase por cortarles a todos la cabeza. 
Afortunadamente, estos tiempos no son aquellos, pero en este momento se están pasando demasiado y somos muchos los que creemos que ¡ya está bien de tantos abusos!. La banca y la religión, son algo inevitable y necesario. Sin embargo, ya que su hambre de dinero y poder es insaciable, ahí están los políticos para ponerles freno a sus desmanes, no por implantar justicia, sino por quitarles de la boca una parte del botín. Por quitar, están quitando hasta el pan de algunas familias y eso no se puede tolerar. 

En democracia, cuando esto ocurre, es cuando la gente se rebela y vota a otro partido diferente al que le ha defraudado. Poco importa que se llame de derechas o de izquierdas, puesto que al final lo que importa es que haya una buena gestión y que las familias tengan cubiertas sus necesidades. El problema actual es que los bancos, en su avaricia, caen en el grave error de querer quitarnos hasta esa minúscula parte de aire que necesitamos para respirar. Su gula es de tal magnitud que les impide darse cuenta que si matan al perro, también las pulgas (ellos) morirán. Cuando la gacela no tiene nada que perder, es cuando se convierte en león y todo quiere arrasarlo. Quien tiene el mango por la sartén la mueve hacia donde le conviene, pero los extremos nunca fueron buenos... Que se anden con mucho ojo que las cosas todas tienen su límite. 

Cuando 5 o 6 millones de personas están sin trabajo y cientos de miles de familias están perdiendo sus casas por no poder hacer frente a sus hipotecas, no puede salir los banqueros a las pantallas de nuestros televisores, diciendo entristecidos que en el primer trimestre del año su banco solo han ganado 2.000 millones de euros. 
La tristeza es porque el pasado año ganaron 10.000 millones en total y eso indica que en este ejercicio está ganando mucho menos. Tal aseveración es un insulto para los desahuciados. ¿Por qué no se callan?. Creo que tales palabras son una indecencia que solo puede promover el malestar de la ciudadanía, el desprecio y la indignación de los desfavorecidos. Como banqueros son ustedes un hacha, pero como diplomáticos merecen irse a arar los campos con una mula. La cara de labradores ya la lleva puesta y la de usureros también... Pero no olviden que todo lo que comienza acaba y el final de los abusos bancarios no puede estar lejos. La juventud actual es culta y está preparada y dispuesta para la lucha, por lo que el desenlace solo puede ser solución o revolución. Todos esperamos y deseamos que sea lo primero, pero mucho me temo que los bancos no darán su brazo a torcer y tampoco veo yo a los jóvenes conformándose.

Los políticos, elegidos y pagados por el pueblo, son los culpables de los desmanes de la banca en general. Y lo son por la tolerancia con la que han permitido la ruina mundial de aquellos que les sitúan en el poder. 
Sin embargo, mucho me temo que no serán los políticos quienes pongan freno a tanto robo descarado y no lo serán porque la historia es reflejo del tripartito que forman ambas fuerzas con los representantes de lo divino. 
Somos muchos quienes tenemos confianza en una juventud emergente y preparada que no permitirá que los abusos se prolonguen de forma indefinida. Ayer fueron los del 15-M, hoy son los de 19-J, pero mañana serán otros y a éstos les seguirán otros más. Solo es menester que estos "indignados" no olviden que en democracia el poder emana del pueblo y (gusten o no) los ciudadanos electos merecen el respeto de todos. Otra cosa no tiene cabida. Los descerebrados que pretenden imponer sus criterios por la fuerza, no tienen cabida en un país democrático. Sin embargo la gente pacífica, debe ser escuchada pues tiene el apoyo unánime de la ciudadanía. 
Ellos tienen la fuerza, el valor y el conocimiento que nos falta a los mayores. No para abusar, pero sí para pedir la justicia que no tenemos...

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario