23 de agosto de 2011

0465- EL ÁRABE DE LAS MIL CARAS.

Cuando hablamos de árabes, son muchas las interpretaciones posibles. Podemos referirnos al país de Arabia Saudí, a todos aquellos que hay ubicados en la península arábiga e incluso a las gentes allí nacidas; a su idioma, a su cultura o incluso a una famosísima raza de caballos.
Sin embargo, aunque esto mismo ocurre con las gentes de otros países de la tierra, nos da la sensación de que tiene mayor repercusión cuando se trata de adjetivar las ideas, personas y cosas que provienen de esta parte del planeta. Seguramente porque se aparta de las costumbres del mundo occidental en el que nosotros vivimos. Es pues una forma diferente de pensar, de escribir, de ver la vida y la religión.

La mayor parte de los occidentales, cuando hablamos de árabes no nos referimos a nacidos en la península arábiga.
 Al decir árabes, lo que llega a nuestra mente es el islam, los musulmanes, la religión mahometana y hasta el terrorismo que, en nombre de una rama de la misma, asola el mundo y muy especialmente África, Oriente Próximo y Oriente Medio. 
De todo habrá en la viña del Señor, se llame como se llame, pero lo cierto es que los musulmanes en general, sean árabes o no, nunca han sido gente religiosa y tranquila, si no más bien combativos. 
Son enemigos de la libertad de los demás y eso no es, ni puede ser, bueno. También el cristianismo entró a golpe de espada y llevó a los altares más altos a aquellos que fueron más combativos, pero hace mucho tiempo de eso. 

A muchos de nosotros también nos sorprende que justamente Santiago apóstol, siempre blandiendo desnuda su espada, sea uno de los que más devotos tenga a día de hoy,(!) pero así es de injusta la vida y especialmente la religión. 
Espero que algún día también los musulmanes envainen sus espadas y guarden sus explosivos para hacer carreteras, escuelas y hospitales y no para destruirlos. 
Si el que da las órdenes fuera quien tuviera que inmolarse, esto hubiera acabado mucho tiempo atrás. Pero, para quien tiene el mango de la sartén, el camino de las libertades no es el más interesante. Especialmente dentro del punto de vista religioso del islam, la libertad siempre trae problemas y consecuencias de toda índole, más todavía cuando esa libertad deba dársele a la mujer. ¿Será que les tienen miedo?. Pues no me extrañaría nada, es más, lo mismo digo para la religión católica que tampoco quieren mezclarse con ellas. En fin, como mínimo debemos tachar a unos y a otros de machistas sin escrúpulos. Más todavía a los musulmanes, que solo ven a la mujer como criada y objeto sexual, sin apenas derecho alguno en la casa y en la sociedad. 

Lo más triste es observar que el paso de los años y los siglos no cambian para nada la forma de pensar de estas gentes.
La civilización más adelantada de su tiempo 
-no olvidemos que fueron ellos los que trajeron a Europa buena parte de los adelantos de nuestra modernidad- quedó anclada en aquel pasado que actualmente ya no tiene cabida en el mundo actual. La mayor parte de los países del globo dejaron atrás las imposiciones religiosas y dieron paso a la libertad de culto e igualdad de derechos. No hay razón alguna para que esto no sea así en los países árabes y más que una cuestión religiosa parece ser que no quieren perder los privilegios que siempre han tenido, especialmente con las mujeres. Parte de esa juventud árabe con posibles estudia en las más importantes universidades del mundo occidental pero, cuando acabados los estudios vuelven a su tierra, la mujer sigue estando en segundo plano; con deberes pero sin derechos. 

La religión, que ya todo el mundo tiene asumido como complemento residual de un pasado obsoleto, sigue siendo para ellos prioritaria y sagrada, jugándose incluso la vida por su causa. ¿Qué han aprendido estos jóvenes en nuestras universidades?. Seguramente las técnicas, pero no los comportamientos. Lo primero que se le enseña a un niño árabe es que él, para lo bueno y para lo malo, es el protagonista. Las niñas no son otra cosa que las máquinas que proporcionan el placer y los hijos, también quienes limpian la casa y preparan la comida, nada más. Lógicamente no el 100% de la población árabe actual tendrá esta forma de pensar y bien que lo sufrirán en sus propias carnes puesto que, aquellos que no piensen de esta forma, habrán que comportarse de igual manera.

Por extraño que les resulte, la foto adjunta es una boda musulmana comunitaria. 
Nada menos que 450 parejas. 
Ellas, niñas de 10 años se casaron con hombres de entre los 20 y 35 años de edad. 
En la ceremonia las niñas recibieron como regalo una banderita o un ramito de flores, ellos 500 dólares cada uno. 
¿Es posible que esto ocurra en el siglo XXI?. Pues ahí lo tienen. 
Los árabes, con respecto a la religión y a los derechos de la mujer tienen la mente cerrada pero, sin duda alguna, no es una cuestión de genes si no más bien de conveniencias. 

No hacerlo implicaría ser tachado, por tu propio padre, de irreverente e incluso de marica. 
No es fácil ser musulmán en el siglo XXI. 
Cuando todos los logros de la modernidad han penetrado en sus casas, las creencias y el comportamiento han quedado anclados en el medievo. 
¿Como ver la última película espacial del siglo XXI, sentado en una banqueta de madera del siglo VIII sin dolerte el culo?. Porque eso es ser árabe (o islámico, o musulmán) en el siglo XXI.
Mira tú si también eran cerrados los chinos y ahí los tienes, ¡que si no les paramos los pies, se comerán hasta las cucharas!. Las nuestras, quiero decir...

RAFAEL FABREGAT

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