28 de agosto de 2011

0471- ENDEUDARSE NO ES PROPIO DE LA IZQUIERDA.

REEDICIÓN.
No lo digo yo, ni lo dice un señor de izquierdas. Lo dice Rubalcaba, ex-vicepresidente del gobierno de Zapatero y candidato a la presidencia en las próximas generales del 20-N. La frase exacta es: "Endeudarse no es de izquierdas".
Ante la imposibilidad de que ningún asalariado pueda ahorrar lo suficiente para poder adquirir una vivienda y al mismo tiempo ir viviendo dignamente, ser de izquierdas es -para este elemento- sinónimo de vivir toda la vida de alquiler o debajo de un puente. Según Rubalcaba, al trabajador asalariado y por lo tanto con ideas izquierdistas, no le está permitido acceder a un modesto piso, siempre y cuando no tenga reunido todo el capital que el mismo pueda valer. En cambio sí puede realizar esa misma operación quien tenga otro tipo de ideas que él sabrá cuales son. Tenía yo más fe en la valía de este señor, mire usted por donde.

Según sus palabras, los pobres no tenemos derecho a tener ilusión. De todos los párvulos que asisten a su clase y que vemos en la foto adjunta, parece que no hay ningún comprador a crédito, ya que lo contrario sería no seguir las enseñanzas de su profesor.
Si entregarle los ahorros de la mitad de nuestra vida a un promotor, que ni siquiera a empezado los cimientos de una obra y no muestra más que unos planos sobre la mesa, es un delito, lo será de ingenuidad por nuestra parte. Y si terminada la obra, para acceder a la soñada vivienda, debemos firmar una hipoteca que nos compromete los restantes ahorros de nuestra vida, también es nuestro problema. Tener ilusión y ganas de luchar, ¿es ser de derechas?. ¡Pues entonces, soy de derechas y además radical!.

Nací en un hogar de la izquierda republicana española. Trabajadores y ahorradores, pero sin prisas. Un entendimiento de la vida indudablemente mejor que el mío. Yo, vete tu a saber por qué, quería ser algo más. Subir un peldaño más arriba de la escalera de la mediocridad, de la que le es imposible escapar a un simple trabajador.
Conseguí subir aquel peldaño pero nada más, y lo hice actuando exactamente de forma contraria a lo que el tal Rubalcaba predica para los demás, pero no para sí mismo. Me casé endeudado y así viví toda mi vida. Ya jubilado sigo endeudado lo cual me etiqueta, a opinión del citado personaje, como miembro de la derecha más radical. Esas son las opiniones de una persona que, independientemente de que me guste o no, yo creía brillante y capaz de dirigir un país que es también el mío. Claro que estos pensamientos los tenía yo de este político mientras estuvo a la sombra de árboles a los que se arrimó. Una vez esos árboles fueron talados y quedó el aspirante solo frente a los rayos del sol, se ve a la legua no solo su incapacidad, sino su inferioridad respecto a los árboles que le cobijaron. 

Afortunadamente, no creo yo que tengamos que sufrir más afrentas de su parte que las que de su lengua puedan salir, ya que no es probable que le veamos al frente del gobierno de España. Si este personaje es lo mejor que puede ofrecer el PSOE, queda claro que en este país seguimos viviendo de la ilusión de doctrinas trasnochadas.
Para cerrar esta entrada, reivindico en nombre de todos los desheredados del mundo, nuestro derecho a soñar en una vida mejor y a correr el indudable riesgo que tales sueños comportan. Ya que ahorrar para posteriormente comprar era imposible hasta hoy, solo el endeudamiento nos permitía a los pobres alcanzar metas que de otra forma hubieran sido imposibles. Por lo tanto, endeudarse es propio de la izquierda, de los pobres. Es la derecha, señor mío, la que no se endeuda. En primer lugar porque tiene capital sobrado para hacer frente a sus compras y en segundo porque me consta que las ideas de la gente de derechas no son nunca las de contraer deudas, sobre las que hay que satisfacer intereses. Todo lo anteriormente señalado me permite creer que el autor de la frase es un engreído de tal magnitud que cree imbéciles al resto de los mortales de este país en general y de la gente de izquierdas en particular. 
Yo, a la vista de sus palabras, me sitúo políticamente a su izquierda... ¡pero a mucha distancia, además!. ¿Con qué se construyen los bancos, si no es con el sudor de los pobres ilusos (como yo)...?

RAFAEL FABREGAT

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