3 de enero de 2012

0575- REPUBLICA ÁRABE DE EGIPTO.

Demasiado se ha hablado ya en estos últimos meses de la situación política actual en Egipto y por lo tanto no voy a abundar en detalles sobre la caída del dictador Mubarack y el retraso que los militares están imponiendo a la población con la implantación definitiva de la democracia en este país del nordeste africano. Voy pues a dar un breve repaso a la prolífica historia de este interesante país y de sus gentes.
Como he dicho anteriormente, Egipto está situado en el nordeste africano limitando al norte con el mar Mediterráneo, al sur con Sudán, al este con el mar Rojo e Israel y al oeste con Libia. Con un área metropolitana de 25 millones de personas, su capital -El Cairo- es la ciudad más poblada de todo el continente africano y de Oriente medio. El país ocupa una superficie de 1.001.450 Km2 y tiene una población superior a los 84 millones de personas.

A pesar de ser uno de los países africanos con mayor número de habitantes, la mayor parte del territorio está integrado dentro del Desierto del Sahara donde solo están habitados los escasos oasis que contiene. Su principal fuente de divisas es el turismo derivado de las pirámides y otros numerosos monumentos construidos por las antiguas civilizaciones que poblaron las inmediaciones del Nilo. El fértil limo que dejaban las inundaciones anuales del río convirtieron estas tierras en el más fértil de los paraísos terrenales. Solo el Delta, con una longitud de 160 Km. y 240 Km. de costa, forma un triángulo que alimenta con creces a toda la población. Estas tierras, denominadas antiguamente el Bajo Egipto era, ya en tiempos faraónicos, el granero y despensa del país.

Esta fotografía nocturna nos dice claramente que la mayor parte de su población está asentada a las riberas del río Nilo y en la zona ocupada por su delta, que es donde se encuentra la tierra más fértil. Más de la mitad de la población egipcia se concentra en las áreas urbanas y muy especialmente en las de El Cairo y de Alejandría.

Las primeras comunidades se instalaron en diferentes regiones del delta del Nilo huyendo de la desertización del Sáhara. Con los años y no pocas disputas entre ellos, hacia el año 4.000 a.C. los habitantes de estas regiones se agruparon en dos reinos que dieron en llamarse el Alto y el Bajo Egipto, unificándose finalmente en un solo reino hacia el año 3.100 a.C. y bajo la soberanía del faraón Menes. A groso modo, la historia del antiguo Egipto se divide en tres etapas llamadas el Imperio Antiguo, que es el constructor de las grandes pirámides y monumentos más emblemáticos; el Imperio Medio que llega hacia el 2050-1800 a.C. con una época de descentralización y el Imperio Nuevo, que lo hace en el 1567-1085 a.C. con la máxima expansión del territorio y del poder de esta gran civilización. Durante este tiempo superior a dos mil años, hubo numerosos conflictos internos y hasta incluso episodios de ocupación temporal del territorio por parte de gobernantes extranjeros. La última dinastía de faraones fue derrocada por los Persas en el año 341 a.C.

Rompiendo las expectativas de algún lector de esta entrada, tampoco voy a enumerar aquí y ahora las múltiples riquezas arquitectónicas de la antigua civilización egipcia, que todos conocemos y de las que ya se hablará en otro momento con mayor detalle. De lo que se trata en el día de hoy, es de ubicar Egipto como país y guardián de esas riquezas de valor incalculable que, por cierto, tan mal ha protegido hasta hace bien poco. Si bien es verdad que el museo de El Cairo reune una colección impresionante del arte egipcio (solo faltaría) también lo es que el mundo entero está repleto de museos con piezas que Egipto jamás debió permitir que salieran de sus fronteras. Pero volvamos al tema de hoy...

Tras el dominio persa del año 341 a.C. los tiempos se tornaron convulsos y hacia el 30 a.C. las históricas tierras egipcias fueron ocupadas por griegos y romanos. Tras ellos y en el siglo IV la zona fue dominada por los bizantinos hasta el siglo VII cuando se produjo la invasión árabe, que desplazó a los cristianos coptos y se instaló en la zona durante seis siglos, si bien es cierto que durante ese tiempo no faltaron episodios de inestabilidad como la producida por los Fatamidas y las cruzadas cristianas contra las que combatió Saladino.A excepción de las obras faraónicas, Egipto fue convertido una vez tras otra en un montón de escombros. Hacia el 1.250 y hasta el 1.517 dominaron el territorio los Mamelucos, los cuales no pudieron evitar la invasión de los Otomanos que dominaron el país hasta 1.798, cuando los Mamelucos consiguieron recuperarlo. Por poco tiempo, puesto que aquel mismo año Egipto sería invadido por las tropas francesas de Napoleón Bonaparte. La ocupación francesa fue corta y no dejó huella en el país. En cambio, cosas de la historia, significó el comienzo de los estudios de egiptología y por tanto el comienzo de la industria turística, que hoy es su principal entrada de divisas.

Tras la marcha de los franceses (1801) y diferentes guerras civiles entre mamelucos, otomanos y mercenarios albaneses, Egipto alcanzó su independencia en 1.805. La apertura del Canal de Suez (1869) dejó fuertemente endeudado a Egipto, pero también le convirtió en importante centro de comunicaciones siendo, esta vez los ingleses, quienes aprovecharían su debilidad para declararlo protectorado de la Corona Británica en 1882. Las duras y continuas protestas del pueblo egipcio obligaron a una nueva declaración de independencia en 1.922.

Sin embargo la inestabilidad política ha sido la tónica de este país hasta los tiempos actuales. No vamos a profundizar tampoco sobre todo lo acontecido en estos años convulsos y solo nos queda confiar que tras la caída de su último dictador (Hosni Mubarack) el gobierno militar provisional dé paso a una nueva era de democracia y libertades que a día de hoy nunca han sido disfrutadas por este gran pueblo, heredero de la civilización egipcia.

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