4 de enero de 2012

0576- FENÓMENOS, ¿PARANORMALES?

La palabra estafa no sería correcta puesto que alguien que sabe más que yo ya me dijo en cierta ocasión que, ante la mentira, solo el tonto hace orejas y por lo tanto, ¿qué culpa tiene el listo de que haya tontos?. 
En fin, así están las cosas...
Esto de ser listo parece ser que da mucho de sí, quizás demasiado y ¿qué vas a hacer?. ¿Matarles?. El terreno para cementerios escasea y además es muy caro... Los tontos solo sirven para que algunos se enriquezcan de forma descarada, pero también para que el listo pueda burlarse de todos los demás, lo cual es más molesto todavía. Es como aquello de que "éramos pocos y parió la abuela". 
Por si desplumarte, o destrozar tu vida, fuera poco, encima se ríen de ti y se quedan tan anchos.

Bueno... ¡Yo es que no tengo remedio...! 
Me pongo a escribir de fenómenos paranormales y me lanzo al ataque de los "listos" que los inventan. 
Como si a mí me importara algo el asunto... 
¡Allá cada cual si quiere comulgar con ruedas de molino!. 
Yo soy curioso y quizás me animase a probarlo pero es que a mí, una rueda de molino... ¡No me cabe en la boca!. 
En fin, voy a lo mío...
Lanciano es un pequeño pueblo medieval, situado en la costa del mar Adriático, en Italia. 
Una mañana del año 700, un monje de la Orden de San Basilio que estaba celebrando misa en la iglesia de los Santos Longinos y Domiciano, ante sus dudas sobre la veracidad de la consagración eucarística que él mismo estaba celebrando vio, ante su sorpresa y la de los feligreses presentes, que el pan se había convertido en carne y el vino en sangre...
De espaldas a los fieles, como se ofició la misa hasta la segunda mitad del siglo XX, ante semejante milagro el monje empezó a llorar amargamente. Poco a poco fue girándose hacia los presentes y les llamó para que contemplaran la presencia física de Dios. Las gentes se acercaron temerosas hacia el altar y ante hecho tan prodigioso, empezaron a golpear su pecho pidiendo misericordia y declarándose indignos de presenciar el divino milagro eucarístico.

La carne se mantuvo intacta, pero la sangre se dividió en el cáliz en cinco gotitas de diferentes tamaños y forma irregular. 
Aunque en aquellos tiempos no disponían de las balanzas electrónicas que tenemos en la actualidad se dice que los monjes pesaron cada una de esas gotitas y todas ellas, a pesar de su distinto tamaño, pesaban lo mismo. (?) 
El milagro se extendió por todo el país y millones de peregrinos viajaron (y viajan) al Santuario de Lanciano para orar ante el relicario que contiene esa carne y esa sangre que se dice proveniente del cuerpo de Jesucristo.
A través de los años se han escrito muchos relatos autentificando o denostando la veracidad del milagro. Uno de ellos y que estaba guardado en la iglesia de San Francisco, era un manuscrito de la época del suceso escrito en griego y latín, que certificaba la veracidad de los hechos. 
En una cronología de la ciudad de Lanciano, un historiador relata en el año 1.500 que dos monjes de la orden de San Basilio llegaron a la iglesia pidiendo pasar allí la noche, rogando también estudiar el pergamino que certificaba el milagro. 
A la mañana siguiente los monjes de San Basilio se levantaron temprano y desaparecieron llevándose el manuscrito, sin que se haya podido recuperar jamás.

Muchos creyeron que, después de 1.300 años, la carne y la sangre se habrían desintegrado con el tiempo pero no ha sido así. 
Desde 1.713 las dos reliquias se conservan en una custodia y en un cáliz de cristal de roca.
Como no podía ser de otro modo, ambas reunidas en un conjunto finamente trabajado y ubicado en el altar mayor de la citada iglesia. 
El relicario puede ser admirado por todos los fieles que acceden al tabernáculo, desde una escalera construida en la parte posterior del altar.
En 1.981 dos eminentes científicos de la Universidad de Siena procedieron a estudiar las muestras.

Jesucristo permitió ser pinchado, cortado y ser visto a través de un microscopio. 
El dictamen fue que se trataba de carne y sangre humana; que se trataba de tejido muscular del corazón y que, al igual que la sangre, pertenecían al grupo AB y posiblemente del mismo indivíduo.
Los científicos convinieron que la conservación de proteínas y minerales, dejadas en estado natural por espacio de 1.300 años y expuestas a la acción de agentes atmosféricos y biológicos, es un hecho realmente insólito. 
Pero parece ser que olvidaron lo más importante. 
No hay noticias de que se llevara a cabo la prueba del Carbono-14... (?) ¡Vaya plancha!

RAFAEL FABREGAT

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