8 de junio de 2012

0705- LOS CERDOS Y EL BANCO DE ESPAÑA.

Aunque fuera de una forma más bien testimonial, fui Interventor de Cuentas de la Caja Rural de mi localidad durante más de siete años y conozco perfectamente el procedimiento bancario habitual a la hora de conceder un Crédito en condiciones normales, así como la imposibilidad material -haciendo las cosas bien- de arriesgar el dinero de los depositantes. 
En primer lugar porque jamás se ha dado un crédito a nadie que no pudiera responder varias veces por la cantidad que recibía y en segundo lugar porque, con una cierta frecuencia, el Banco de España revisaba el funcionamiento de todas las entidades bancarias, asegurándose el correcto cumplimiento de la normativa pertinente de garantías recíprocas. Si todo fuera tan perfecto como se ha dicho sería de todo punto imposible que ningún Banco se fuera a pique pero, aunque con escasa frecuencia, estás cosas pasan y seguirán pasando.

Que nadie me venga a mí disculpando la gestión del Gobernador del Banco de España, en relación al descalabro bancario español de años anteriores, o más específicamente al caso particular sucedido con BANKIA y otras entidades anteriormente financiadas o intervenidas. Ni yo ni el más ignorante de los mortales comulgamos con esas ruedas de molino que los políticos pretenden. Porque esto señores clama al cielo. Aquí el problema no es que los Bancos sean unos ladrones, que lo son. La Banca dilapida el dinero de los depositantes por el simple motivo de que el Banco de España lo permite y con él los políticos de turno que les han dado la oportunidad de hacerlo. Somos el hazmerreir de Europa y del mundo sí, pero en todas las cosas siempre hay un culpable. 

En este caso es el cerdo ya que, si él no existiera no habría chorizos.
Una vez los chorizos fabricados y comidos, coincido con el Gobierno actual de que este no es el mejor momento de informar a la ciudadanía y mucho menos a la oposición, puesto que ellos ya son conocedores del problema y bien que lo callaron mientras estuvieron en el poder. 
Los chorizos hace ya mucho tiempo que se comieron, lo que ocurre es que según quien se los coma son indigestos o no. 
Tenemos la desgracia en España de tener unos políticos que, visto lo visto, son los que nos merecemos. 
Yo no sé que pasará en otras partes del mundo; es probable que haya decenas de países peores que el nuestro, pero está bien claro que lo que tenemos aquí no es la panacea. 
Aquí nadie quiere instalarse en el poder para mejorar las anteriores condiciones de la ciudadanía ni del país, sino para medrar y sacar tajada.

El cerdo ha sido siempre un animal perfectamente aclimatado a las condiciones de nuestro país. 
Serán las bellotas, el clima mediterráneo o vete tú a saber, pero los cerdos siempre han abundado en estos parajes hispánicos. 
La calidad de los mismos depende y mucho de su alimentación y, aunque en España haya sido siempre buena, se ha procurado en todo momento que se alimentaran con moderación. 
Eso había sido siempre así hasta hace bien poco, porque los pastores de la piara sabían que el mejor jamón deja de ser bueno cuando se abusa de su comida. Cuanto más esporádica es una cosa, mejor sabe. 
Por mucho que a una persona le guste el cocido, si se lo pones todos los días...

Eso ha sucedido en España. Que viendo el cocinero el hambre reinante y teniendo como tenía la despensa a rebosar, se le fue la pinza y ofreció comida para todos sin límitación de cantidades. 
Como si de un buffet de carretera se tratara, la gente se lanzó sobre los diferentes manjares sirviéndose irresponsablemente cantidades ingentes de "comida" como si la digestión estuviera garantizada. Yo lo entiendo, ante tanta abundancia algunos pierden los papeles. Algunos de los comensales tenían sus reservas de "Almax", "Omeprazol" o de cualquier otro protector de estómago, pero hay que saber hasta donde se puede llegar pues estas digestiones suelen ser largas y pesadas. Lo sé por experiencia porque yo fui uno de los aventureros que en la década de los 70 (con intereses del 18% anual, 21% TAE) se hizo una casa y abrió un negocio sin tener un "duro" y sé lo que hay que sufrir para pagar intereses y amortizar.

Aún en aquellos tiempos, en los que la gente trabajaba mucho y vivía poco, devolverlos no era fácil. 
Esta década anterior, en la que se aprobaban créditos a quienes el propio Banco sabía que no los devolverían jamás, el tomador del préstamo no tenía el perfil de otras épocas. El dinero tan fácilmente conseguido, igual de fácil se gastaba, sin tener un trabajo asegurado y sin recortar gastos personales. 
El deudor no era consciente del compromiso adquirido y trataba el dinero como si fuera algo llovido del cielo. 
Cualquier jovenzuelo veinteañero, ante un primer trabajo y con contrato de tres meses, que no tenía ninguna garantía de renovación, se compraba un coche de 30.000 euros o más. Pero para mí el loco no era él, sino quien le había prestado el dinero. 

Lo mismo para aquellos que con un simple sueldo compraban casas de 300/400 mil euros o una segunda residencia en la playa de idéntico valor. ¿Pero dónde se ha visto eso?. 

- Si Pepe puede hacerlo, yo también...
Y el carro por el pedregal... 
¿Culpables de la situación?: 
1º).- El Banco. 
2º).- El Banco de España.
3º).- El Gobierno.
4º).- Los ciudadanos.
Suena raro, ya lo sé, pero estamos en Democracia y el ciudadano tiene la facultad y la misión de votar a sus representantes. El problema es que al final pagamos justos por pecadores. Lo que sí está claro es que el votante pocas veces se equivoca, pues pocos son los que tiran piedras a su propio tejado. Aún así "no todos caben en la mesa del Señor..." Y s
i el votante elige a gente incapaz, no puede en modo alguno criticar a quien manda. 

El ciudadano, preparado o no, es el primer eslabón de la cadena. Es la grandeza de la Democracia, que ojalá dure muchos años, pero que está claro tiene sus defectos. Esa papeleta que depositamos en la urna en cada sufragio, tiene el mismo valor si la deposita una persona buena que una mala; lo mismo si se trata de una persona de gran preparación como si es un ignorante. Trabajadores y holgazanes nos juntamos a la hora de depositar nuestro voto. Unos están sanos y van por su propio pie, de la misma forma que a otros hay que llevarlos en ambulancia para poder ejercer su derecho a voto. Incluso la gente moribunda puede votar en su lecho de muerte, a sabiendas que su decisión no va a afectarle. Ante este cúmulo de cosas y conociendo la importancia de su voto, la gente debería ser más consciente de lo que se juega cada vez que hay elecciones. Quizás no tengamos derecho a castigar a los culpables, pero basta ya de politiqueo y premiemos a quien lo merezca.

RAFAEL FABREGAT

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