22 de agosto de 2012

0774- NO HAY ARMONIA QUE 1000 AÑOS DURE.

Actualmente el mundo no tiene otros límites que los propiamente económicos por lo que, ávido de nuevas experiencias y conocimientos, el turista cultural y el que solo busca el esparcimiento recorren el planeta de cabo a rabo, pero ya con pocas aventuras, sino con viajes perfectamente organizados que no siempre cumplen las expectativas que algunas personas demandan. 
En fin, hay que entenderlo, en una semana no se puede conocer de "pe a pa" un país, especialmente si en ir y venir ya empleamos dos días. Menos aún si el territorio es grande y la cultura prolífica. 
Hoy, una vez más, nos hemos ido a China. Allí todo es grande y está lleno de chinos. (Perdón por el chiste malo). 

Ciudad Prohibida
A pesar de ser tan grande (casi 10 millones de Km2.) la densidad de población es alta (140 h./Km2.) o sea, 1.400 millones de chinos corren por allí que se las pelan.  
En ningún país del mundo se produce tanto, consumiendo tan poco. Como los mejores coches. Alguien acumulará ese beneficio en su Libreta de Ahorros... (Digo yo)

Puerta Palacio de la Suprema Armonía
Como habrán deducido por el título de la entrada, estamos en la Ciudad Prohibida. Tras entrar por la puerta de Tiananmen, ya dentro del Palacio Imperial, los avezados guías muestran al visitante el complejo recorriéndolo en sentido sur-norte. Imponentes puertas dan acceso a extraordinarios salones que realmente eran palacios individuales, donde se desarrollaban determinadas actividades. 
Es una verdadera locura realizar la visita en épocas vacacionales. 
Una marea humana, principalmente china, lo invade todo. 
Vamos pues a escapar del agobio limitándonos a visitar solamente el Salón de la Suprema Armonía, el primero que nos encontramos y el principal del complejo palaciego. Otro día volveremos a ver el resto...

Patio donde el emperador se dirigía al pueblo
Una vez dentro de la Ciudad Prohibida la primera puerta es la de la Suprema Armonía. Tras ella un inmenso patio de 30.000 m2. donde el emperador celebraba su baño de multitudes. 
Desde la citada Puerta se dirigía a las masas y recibía la pleitesía de sus vasallos. 
Tales celebraciones no eran frecuentes. Solo la ceremonia de acceso al trono, el cumpleaños del emperador o el solsticio de invierno (Nuevo año chino) eran las concentraciones que allí se realizaban. 
El Salón de la Suprema Armonía, al igual que todo el complejo de la Ciudad Prohibida, fue construido entre los años 1.406 y 1.420 por el emperador Yongle. 
Son en total 720.000 m2. y 980 edificios que costaron 15 años de duro trabajo a más de un millón de trabajadores. 

Salón del trono
Hasta 1.644 el palacio fue corte de la Dinastía Ming ya que en esa fecha rebeldes dirigidos por Li Zicheng los destronó. Acorralado por los Manchues y fuerzas del general Wu Sangui, huyó prontamente Li Zicheng, no sin antes incendiar gran parte de los palacios de la Ciudad Prohibida.
La Dinastía Qing (manchues) tomaron el relevo de los fundadores del Imperio (Los Ming) y gobernaron hasta 1.912 cuando el revolucionario Yuan Shikai les destronó e impuso un gobierno dictatorial. 
En 1.921 se formó en Shanghai el Partido Comunista chino y se iniciaron diferentes confrontaciones civiles que llevaron a la proclamación de la República Popular de China en 1.949. Un gobierno comunista y dictatorial, no mucho mejor que los anteriores.

Pintura de la dinastía Ming
Los magníficos palacios en los que jamás había puesto el pie persona no autorizada por el emperador, desde 500 años atrás, quedaron bajo el dominio del pueblo. (De los nuevos mandamases, quiero decir). 
Había sido casa y palacio de 24 emperadores (14 de la Dinastía Ming y 10 de la Dinastía Qing). 
Ahora pisaban aquellas mismas alfombras otros pies, igual de tiranos. 
Para que China empezara a despegar faltaba tener un poco más de paciencia. Casi un siglo más... 
El problema es que en este mundo no hay medias tintas y a finales del siglo XX la China Roja y tercermundista dejaba el paso libre al capitalismo más salvaje y radical, la otra cara de la moneda. 
No creemos que tampoco sea esta la mejor solución. 
Tan aferrado al refranero español debo decir aquello de que "Quien mucho corre, pronto para..." o bien aquel otro que dice: "Cuanto más alto subas, más dura será la caída...". 
Por cierto, este último ya está aplicándose en Europa en general y en España en particular. 
Para los cuatro días que estamos en este mundo, no hace falta correr tanto. Basta con tener lo suficiente, claro que ¿dónde están los límites?. 
En fin, como ya dijo Pepito el de los palotes:
"Pasito a pasito, se anda (con más seguridad) el caminito..." 

RAFAEL FABREGAT

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