23 de diciembre de 2012

0877- NI TOCÓ LA LOTERÍA NI LLEGARON LOS EXTRATERRESTRES.

REEDICIÓN.
Para el día 21 de Diciembre a mí, lo que me habría gustado de verdad, es que hubieran venido los alienígenas. ¡Jo, que fiesta...! Naves espaciales, tíos feos que hubieran subido nuestra autoestima, chicas "divinas de la muerte", música celestial... ¿De coña?. Hombre, pues claro... ¿Cómo es posible que una persona normal, sea tan crédulo como para pensar que eso pudiera ser verdad?. Tormenta solar, caída de meteoritos, explosión interna de la Tierra... ¡Vaya trola! ¿Qué podían saber los Mayas, una raza que sacrificaba a sus propios hijos para realizar ofrendas a los dioses?. Una gente que, por atravesar unos años de sequía, lo abandonaron todo y marcharon a tierras desconocidas, sin duda más hostiles que las que tuvieron hasta entonces, ¿qué podían saber de lo que iba a ocurrir mil años después?. Vamos, ni lo del día siguiente tampoco...

Sanadores, brujos, tarotistas, clarividentes, horóscopos, astrología... 
Vamos, es que quien cree en esas tonterías es que está como un cencerro. Para que lo aten, vaya. Sin embargo, ahí están. A cientos, a miles. 
Soltando los cuartos a quienes están toda su vida comiéndose la sopa boba, gracias a esos desgraciados que creen, ya no en el más allá, sino en los sinvergüenzas del más acá. 
En esos listos de turno que se aprovechan de la necesidad y de la debilidad mental de la gente de bien. 
Brujos de pacotilla que nos muestran un futuro que no precisa de clarividentes para adivinarlo: Trabajo, disgustos, enfermedad y muerte. Ese es nuestro destino. 
Y si entremedias de tan funesto presagio puedes sacar algo positivo, un minuto de placer, no lo desaproveches pues la vida no puede ofrecerte mucho más. 
La juventud pasa pronto y los hijos crecen con rapidez. Poco de bueno queda después, prácticamente nada... 
Si eres persona de bien, lo único que te queda es la mierda de algún viejo que cuidar. ¡Como para echar cohetes, vamos...!

En fin, volviendo a esto de los presagios de los Mayas, viendo que lo del fin de mundo ha sido una trola (como no podía ser de otra manera) pensé yo, iluso de mí, que quizás al día siguiente me podía llegar la compensación al tocarme "el Gordo" del Sorteo de Navidad. ¡Sí, sí...! Vamos, que ni el reintegro. 
Es lo que yo digo, la Lotería siempre sale a los mismos: a los que la inventaron, al Gobierno. Atajo de gamberros que, además de quedarse la mitad de la recaudación, aún quieren poner impuestos sobre los premios a fin de quedarse con la mitad de la otra mitad. Y mientras tanto los desgraciados, confiando en esa suerte esquiva que no llega nunca, gastan lo que no pueden ni deberían. Todo un sacrificio que no sirve más que para hacer más rico al rico y más pobre al pobre. 

¡Parece mentira que todos seamos ciegos y tontos!. Ya sé, ya sé que no nos lo parece, pero lo estamos... 
Dicen que el día del Sorteo de Navidad es el "Día de la salud". 
El consuelo del pobre. ¡Por lo menos tenemos salud, que es lo más importante...! decimos al comprobar un año más que esto de que te salga el "gordo" es una quimera. 
Y mientras tanto el gobierno, que también disfruta de buena salud, se frota las manos contando los ingresos que ha tenido con el chollo del Sorteo de Navidad. Mientras esto sucede, también como cada año los españoles nos quedamos como el gallo de Morón, "sin plumas y cacareando". Como siempre. Claro que este 2.012 ha sido doblemente amargo ya que, ni nos ha tocado la Lotería ni hemos podido celebrar la llegada de los alienígenas, que los Mayas aseguraron, tropecientos años atrás. ¡Todo un desengaño! 

El planeta sigue girando y la vida con él... Con los miles de niños que mueren cada año por falta de comida y agua, las guerras, las masacres y desplazados que éstas conllevan, el abuso de poder y la muerte y miserias que éste provoca, las presiones religiosas y políticas, la pobreza de los países tercermundistas, los ancianos y desvalidos abandonados a su suerte, las gentes que pierden trabajo y vivienda, la guerra psicológica entre las grandes potencias... 
Y todo eso ocurre en un planeta, la Tierra, donde hay trabajo y comida suficiente para todos. Luchar por la comida sería, como en cualquier ser vivo, la única justificación de nuestra agresividad y falta de amor hacia los demás. Pero ya no es la comida por lo que el ser humano lucha. Se lucha por una comodidad mal entendida y por ser más que los demás. Es nuestro sino, una especie de maldición. Sin duda, el demonio existe... ¡Somos nosotros!

RAFAEL FABREGAT

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