6 de marzo de 2013

0944- MITOS DE LA ISLA DE CORFÚ.

Corfú (Kérkyra) es la capital de la isla griega del mismo nombre, ubicada frente al noroeste del Epiro (Grecia) y en la que Ulises hizo la última parada en su viaje a Ítaca. 
Toda la región del Epiro estuvo frecuentemente en guerra con Macedonia, si bien Filipo II firmó lazos de amistad con los reyes molosos y llegó a casarse con la princesa Olimpia de Epiro, hija de Neoptólemo y nieta por tanto del mítico guerrero Aquiles. Filipo II de Macedonia y Olimpia de Epiro fueron por tanto los padres del gran emperador Alejandro Magno
La isla de Corfú está íntimamente ligada a la historia mitológica griega y su nombre relacionado con Poseidón y Asopo
De acuerdo con la mitología, Poseidón se enamoró de Córcira -hija de Asopo- y la raptó. 
Poseidón llevó a su amada a aquella isla sin nombre y como regalo nupcial dió a la isla el nombre de su amada (Kórkyra).  

La historia de esta isla está repleta de batallas y herencia de esas luchas permanentes son los numerosos castillos que salpican toda su costa. 
Dos de esos castillos rodean su capital (Corfú) única ciudad griega con esta característica de fortificación doble. 
Castillos que, hasta en cinco ocasiones, rechazaron los ataques otomanos. 
Durante más de 120 años, Corfú fue una especie de "capital" de la república veneciana del este. 
La parte antigua de la ciudad, está encajonada entre la vieja fortaleza y la nueva, antiguamente unidas por una larga muralla que daba protección a sus habitantes.


Con los años aquellas obras maestras de la arquitectura militar quedaron obsoletas, innecesarias en un mundo de paz, o de armas demasiado potentes para simples muros de piedra. 
Las murallas fueron derribadas y en este momento, solo quedan dos de las cuatro puertas que custodiaban el recinto: la Porta di Spilia y la de San Nicolás. 
En primer plano tenemos los restos de la nueva fortaleza, mientras que al fondo vemos la antigua


De todas formas lo que ha llegado a nuestros días es el resultado de los trabajos de protección llevados a cabo durante la ocupación veneciana (1386-1797). 
También fue magnífica obra de protección de la ciudad, construida por los venecianos, la "contrafosa" o foso defensivo sobre el cual un puente levadizo permitía el acceso a la ciudad, y que actualmente está convertido en un pintoresco canal aprovechado para el amarre de pequeñas embarcaciones deportivas y de recreo. 
En 1797 los franceses ocuparon la isla, desplazando a los venecianos. 
Míseros 17 años de gobierno galo, tras el cual fueron los británicos quienes tomaron el relevo. 
Cincuenta años de dominio y explotación inglesa que nada aportaron a la isla. 
Por fin, en 1864, Corfú ganó su independencia, al convertirse voluntariamente en parte del moderno estado griego.

La isla de Corfú está habitada desde miles de años atrás. La primera invasión de la que tenemos noticia es la de los Corintios (734 a.C.) que unas décadas después (644 a.C.) fueron derrotados y expulsados de la isla por los propios Corfiotas. 
En el 375 a.C. llegaron los Espartanos a los que les siguieron los Romanos, con una permanencia próxima a los 600 años.  
El propio Nerón estuvo 
en Corfú y el emperador Tiberio tenía su propia villa en Kassiopi. Con la Caída del Imperio Romano, llegaron los pueblos bárbaros y tras ellos, ya en el siglo XIV los venecianos mencionados anteriormente. Isla siempre apetecida por los italianos, al final de la I Guerra Mundial y durante los prolegómenos de la Segunda, fue invadida temporalmente por éstos, de la mano de sus aliados alemanes. Actualmente es un destino turístico de primer orden, un remanso de paz y tranquilidad que nada tiene que ver con su historia de luchas y misticismos.

RAFAEL FABREGAT

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