7 de marzo de 2014

1287- LA CIUDAD DE RECAREDO.



Recópolis
se llamaba esta ciudad visigoda, situada en actual término municipal de Zorita de los Canes (Guadalajara) España. Fue capital de la provincia de Celtiberia y centro urbano importante del reino visigodo, mandada construir el año 578 por el rey Leovigildo 
en honor de su hijo y heredero Recaredo

Finalizadas sus campañas bélicas, Leovigildo manda construir esta ciudad como refuerzo ante merovingios y bizantinos, pues el suyo es el último reino arriano y se ve amenazado. Se apoya pues en atributos imperiales romanos, como es el de acuñar monedas y fundar nuevas ciudades para desmoralizar a sus enemigos. La nueva ciudad queda ubicada a unos 120 Km. al nordeste de Toledo, capital de la Carpetania y del reino.
Estamos pues en plena comarca de la Alcarria, sobre un cerro desde el que se vislumbra el apacible discurrir del río Tajo. Sin embargo en el siglo VIII toda la península es ocupada por los musulmanes y también la ciudad de Recópolis que en los documentos árabes de aquellos tiempos se la denomina Racopel.

Castillo de Mohamed I en Zorita.
Sin embargo la suerte de la ciudad queda marcada por el emir Mohamed I en el siglo IX, que vislumbra un mejor emplazamiento para construir su alcazaba en el cerro anexo a la actual localidad de Zorita, a un kilómetro de la antigua Recópolis. Conocedores de que "el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija", a medida que las obras del castillo moro avanzan, los habitantes de Recópolis van abandonando la ciudad y van construyendo un nuevo pueblo a los pies de la alcazaba. Poca sería la suerte del nuevo castillo pues la zona fue conquistada en el siglo XI por Alfonso VI de León

Reconquistada por los almorávides y vuelta a perder, sería finalmente dominada en 1124 por Alfonso VII y donada a la Orden de Calatrava en 1174 por Alfonso VIII.
Mientras tanto ya nadie pensó jamás en Recópolis. El yacimiento, abandonado durante siglos, está ahora en proceso de excavación. En épocas pasadas no había presupuesto para tales obras, pues más necesario era comer y no se hacía todos los días. Una verdadera lástima pues, a pesar de tanto abandono, siguen conservándose importantes restos del palacio, de su iglesia, puerta monumental de acceso a la ciudad, calles y edificios, así como gran parte de su muralla y el acueducto. 

Alguien ha pensado, creo que para bien, que su rescate y adecuación para la visita turística de los amantes de la Historia, merecían la pena.
Como demasiadas veces sucede, los sillares y la escultura decorativa de la ciudad fueron expoliados en el siglo IX por los musulmanes para la construcción de la medina árabe de Zorita, nueva ciudad que sustituía a Recópolis en el control del territorio. 
Recópolis fue utilizada por tanto como cantera del castillo y de la nueva ciudad y esquilmada completamente por dirigentes y particulares. 
Exceptuando la antigua iglesia, después ermita, apenas quedó piedra sobre piedra.

Sin embargo la repoblación cristiana a partir del siglo XI hace que se funden nuevas aldeas en la comarca y, como curiosidad, cabe decir que sobre las ruinas de la vieja iglesia de Recópolis se construye en despoblado una ermita dedicada a la Virgen de la Oliva en el siglo XIV que dos siglos después sería abandonada.
Toda la ciudad estaba rodeada de murallas, con sus consiguientes torres y puertas de acceso, de las que apenas quedan sus cimientos. 
La foto adjunta nos muestra lo que queda del palacio y centro de poder. Lo imprescindible para ubicarlo en la parte más alta de la ciudad y establecer su importancia. 
En la iglesia palatina anexa, se encontró en 1946 un pequeño tesoro de monedas de la época. En la antigua ciudad, a sus pies, se han localizado diferentes negocios, así como talleres de cantería, vidrio y orfebrería. 
Se vislumbra claramente que la economía de la ciudad era eminentemente agrícola y por tanto basada en la explotación del entorno rural que abastecía las diferentes necesidades de sus habitantes. 
El palacio estaba comunicado mediante una puerta monumental que daba a la calle principal de la ciudad.

Hay vestigios del incendio del antiguo palacio y de una ocupación posterior sobre las ruinas del mismo y de su iglesia. Una pequeña aldea de gentes mozárabes que vivieron allí desde el siglo XII al XIV y es entonces, al abandonarse la aldea, cuando se construye sobre la vieja iglesia la ermita a la Virgen de la Oliva que mantuvo sus romerías hasta bien entrado el siglo XVI. 
Después, la ruina y el triste silencio del abandono más absoluto...

RAFAEL FABREGAT

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