21 de mayo de 2014

1382- HIPOCRESÍA DEL BIEN Y DEL MAL.

Lo siento. Tengo claro que ser hipócrita es lo común, lo aconsejable, lo que suele hacer la mayoría, pero a un servidor (lo siento en el alma) la mentira y la hipocresía le da asco. Será sin duda por lo que me tocó pasar. Es más... Seguramente mi triste juventud ya fue por esa causa, pero no me arrepiento de nada. Si volviera a nacer haría lo mismo, pero sin fiarme de nadie. Mi conciencia está tranquila y en paz consigo misma. Si uno tiene que ser colgado justamente por ser sincero, ¡que me cuelguen!. Bueno, no es necesario. Ya me colgaron. No es fácil matar dos veces a una misma persona, aunque sí se le puede disparar dos veces ¡y doscientas también!.


Me importa un comino. Tener la conciencia tranquila es para mí lo primero. Solo siento que, tal vez por mi culpa, alguien de mi alrededor tenga que sufrir las consecuencias, pero yo no nací para actor y mi cara es por tanto espejo de mi alma. Prefiero acabar solo que estar rodeado de hipócritas. Allá cada cual con su conciencia. Claro que la mayor parte de los hipócritas ni tan siquiera son conscientes de que lo son y por lo tanto no sufren por ello. Suerte la suya. Yo jamás pretendí mandar sobre los demás y menos aún de lo que no es mío. Y si esta forma de ser no le gusta a nadie, allá cada cual. Yo me siento bien.


Cada cual en su casa y Dios en la de todos. Yo me tengo por buen cristiano, pero eso no me obliga a ir a la iglesia. Dios está en mi casa y para hablar con Él no necesito ir a un edificio donde hay más pecado que caridad. Conozco a demasiada gente que va a la iglesia y no son buenos cristianos. Entonces, ¿para qué ir?. ¿Para cubrir las apariencias?. Que cada cual haga lo que considere oportuno. La libertad ante todo. Pero que nadie me diga lo que yo tengo que hacer, ni hagan nada en mi nombre sin consultarme. La vida me enseñó que no se puede depender de nadie. Esto no quiere decir que no aprecie la amistad. Todo lo contrario, la aprecio y la necesito, pero no la encontré. ¿Triste verdad?.


Sin duda es porque, para mí, la amistad es palabra muy sagrada. Tan sagrada que no la he encontrado jamás. He procurado no fallar jamás a nadie, antes de que me hayan fallado a mí. Sin embargo una vez me fallan, entiendo que no tengo el amigo que pensaba y quedo autorizado a fallar. Sin embargo en esto de los fallos, jamás he sido el primero. A pesar de ser tan escrupuloso, jamás encontré al amigo buscado. ¿Será porque no existe?. Es mi triste sino, pero supongo que esa es la desgracia de muchos. En este mundo miserable, somos todos demasiado egoístas. Queremos mandar de lo nuestro y de los demás, a la vez que nuestra tolerancia es escasa o nula.


No sé que pasará en otras localidades de España y del mundo pero, en mi pueblo, hay dos categorías de gente: los que van a misa y los que no van. Ya no se trata, como antes, de una cuestión de dinero porque actualmente los que van a misa no son los que más tienen. Es justamente por eso que los directores de la orquesta, acostumbrados a mandar, han cambiado las leyes del bien y del mal. Ahora ya no es por tanto cuestión de ricos y pobres, sino de misa sí o misa no. Los de siempre van adaptando las normas a su gusto y comodidad. Porque ellos han sido siempre los dirigentes del cotarro y, como ya no son los que tienen más poder económico, han cambiado la normativa. Son las cosas de este mundo miserable... Tal como dice el seleccionador nacional de fútbol, no importa el como. Lo importante es ¡ganar, ganar y volver a ganar!.


Eso, claro está, se traduce en que lo más importante es mandar. De lo tuyo y de los demás. Si para ello hay que ir a misa se va y si uno tiene que meterse en política se mete. El objetivo es seguir yendo por encima, como el aceite. Claro que los demás también tenemos nuestro corazoncito. Orgullo de pobres, se llama. Algo que nos impide acceder a todo lo que los caciques de siempre nos quieren seguir imponiendo. Los que son como yo no queremos imponer nada a nadie, pero tampoco queremos ser criados de nadie. Solo desde el respeto llegamos a la amistad, algo muy simple y que a algunos les cuesta tanto de entender.


Hace unos días uno de mis seguidores, el amigo Pedro Fernández de Palma de Mallorca, compartió conmigo esta foto que es compendio de sabiduría. 
No sé de donde la sacaría ni importa. Como pueden ver es una frase del gran poeta del siglo XIX José Martí.
Lo cierto es que viene como anillo al dedo para la entrada de hoy y, con su permiso, la incluyo creyendo que adorna y enriquece el sentido de todo lo aquí expresado.

RAFAEL FABREGAT

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