7 de diciembre de 2014

1592- NOS ESTAMOS QUEDANDO SOLOS.

La Organización en defensa de las aves (SEO/BIRDLIFE) 
advierte en el XXII Congreso de ornitología que en los últimos 30 años se han perdido en Europa más del 20% de los pájaros comunes. El abandono del campo y ganadería tradicional, así como el uso de pesticidas en las áreas que todavía se mantienen cultivadas, han hecho que se pierdan el 10% de los gorriones y el 40% de las golondrinas. Nada menos que 125 millones de aves han desaparecido de los paisajes rurales y del entorno de las ciudades europeas.


Cincuenta años atrás, con la mayoría de pueblos sin red de agua ni alcantarillado, era frecuente echar a la calle el agua de lavar los platos y cacerolas, con el consiguiente acompañamiento de restos de comida allí pegados. No era un acto de suciedad, sino de amor a los animales y obligado por las circunstancias. 
Unos granos de arroz, unos fideos o restos de patata, siempre acompañaban aquellas aguas sucias que no pestilentes. 
De inmediato los gorriones, acostumbrados a estas prácticas humanas y siempre pendientes del horario de las comidas, apenas las mujeres se metían en la casa se dejaban caer de los tejados para "limpiar" la calle de las migas o del más pequeño grano de comida que hubiera podido aterrizar para su deleite. En cinco minutos escasos la calle quedaba limpia como patena sacerdotal.


Alguien, principalmente los jóvenes que no han conocido las calles de tierra y los diferentes juegos que en ellas se disfrutaban en los pueblos, podrán pensar que todo eso era una marranada sin fin. Hombre, la panacea de la higiene no era, pero tampoco era para tanto puesto que como he dicho antes, al menos en la época que un servidor ha conocido, las únicas aguas que se lanzaban a la calle eran las del aseo y las de lavar los utensilios de comida, ya que las "otras aguas" más fisiológicas solían ir a parar a los corrales o patios interiores que la mayoría de las casas tenían y que daban cobijo a las caballerías y otros animales domésticos, siempre provistos de una buena cama de paja que solía sacarse frecuentemente como estiércol para usos agrícolas.


En fin. Sea como fuere la cuestión es que todo aquello ha terminado y la mayor parte de los pájaros que daban alegría a los pueblos de décadas anteriores han desaparecido de nuestros cielos. A la humanidad actual todo lo que no le da beneficio le estorba. La escasa presencia de gorriones en pueblos y ciudades puede que no se eche en falta, puesto que la limpieza de calles ya se lleva a cabo por medios mecánicos, pero en lo que respecta a las golondrinas no debemos olvidar que son insectívoros y su alimentación es a base de insectos dípteros, principalmente moscas y mosquitos, bastante molestos para los humanos cuando no transmisores de enfermedades.


Es cierto que algunas veces manchan alguna fachada con sus nidos, pero creo sinceramente que son más las virtudes que los daños. Sabemos que su presencia entre nosotros está obsoleta, pasada de moda, pero la Administración y nosotros mismos podríamos ahorrarnos un buen dinero en insecticidas si hubiera el número de golondrinas que había antaño. La modernidad olvida muchas cosas, algunas interesantes y no tan lejanas en el tiempo. Especialmente nuestros orígenes, algo primordial para disfrutar plenamente de los beneficios del presente.

RAFAEL FABREGAT

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