18 de enero de 2015

1629- CREER, O NO CREER.

En los países del llamado "primer mundo", o simplemente países desarrollados, poca gente cree en "asuntos celestiales" y menos todavía en sus representantes. Menos que nadie los llamados practicantes, que lo son por costumbre, por inercia, o simplemente por aparentar lo que no son. Nadie como ellos critica tan descaradamente a la Iglesia y a los sacerdotes. ¿A qué van pues a la iglesia?. Yo, que no creo en absoluto en los servidores de la Iglesia, cuando voy a misa por alguna circunstancia especial (bodas, entierros, etc.) escucho con interés la homilía e intento extraer alguna enseñanza de lo que en ella se diga, que no es fácil puesto que su argumentación ha quedado muy desfasada.


Por contra, los que van todas las semanas a misa suelen criticar permanentemente al cura, bien por lo largo de los sermones o por lo repetitivo de su contenido. No lo entiendo. Si a mí, que no creo en quienes predican, me gusta escuchar lo que allí se dice, más debería gustarles a quienes dicen creer y van frecuentemente a esa misa que debería ser fiel reflejo de sus creencias. ¿Es acaso todo una mentira?. Pues sin duda que sí, pero no debería serlo. ¿O es que a los demás nos toman por tontos?. Tontos puede, pero ciegos no. Esta absolutamente claro que solo los que pasan penurias se animan a creer y esos van poco a misa, porque no tienen tiempo. Esos desgraciados trabajan los siete días de la semana.


Un simple dolor de cabeza es suficiente para que uno diga: ¡Dios mío!. Ya no digamos en caso de una grave enfermedad y muy especialmente en caso de hambre o guerras. Todos nos aclamamos a Dios, a la Virgen y a los Santos. Así es el ser humano que, ante su debilidad, en caso de problemas serios siempre busca la protección divina y cuando recupera el bienestar se olvida rápidamente de ella. Quien actúa de esta forma, peca por debilidad pero es consecuente con sus ideas y no tiene la hipocresía de dar lugar a la comedia de aparentar sentir lo que no siente. Para quien esto escribe, la mentira es el peor de los pecados que mueven el mundo y lamentablemente el más frecuente.


¡Como a los católicos practicantes les es tan fácil ser perdonados!. Basta con confesarte al cura o simplemente pedir perdón a Dios, para sentirte libre de pecado e incluso acudir (con toda la desfachatez del mundo) a comulgar. Ese es el respecto (y el miedo) que los católicos practicantes sienten hacia Dios. ¿Qué quieren que les diga?. Yo pienso que, si hubiera Dios, los pecadores tendrían que hacer algo más que contárselo al cura para redimir sus pecados. Claro que si hubiera Dios y fuera justo y misericordioso como nos cuentan, muchas de las injusticias que pasan en este mundo no pasarían. Más bien al contrario son los poderosos los que reciben los agasajos de los servidores de la iglesia.

La justicia no es para los justos, porque éstos no la necesitan y si la requieren jamás se les otorga. La justicia es para ladrones y sinvergüenzas y solo a ellos les sirve. Para los pobres y desvalidos no existe, puesto que solo se mueve por dinero y favoritismos. ¿Qué justicia es esa?. Al menos en la Tierra, no podemos encontrarla. En cuanto a la justicia divina, si la hubiera, los que la pregonan caerían en el más profundo de los infiernos, puesto que son justamente los pecadores más empedernidos. Si esto es así, ¿como vamos a creer los demás?. Solo en los países del tercer mundo se cree en Dios, pero solamente buscando un amparo que no encuentran en la gente que les rodea.

RAFAEL FABREGAT

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