5 de mayo de 2015

1747- LA CHUFA.

Como supongo que es del conocimiento general, la chufa es un tubérculo valenciano de pequeño tamaño pero de dulzor indescriptible, con el que se elabora uno de los refrescos más solicitados en los chiringuitos y terrazas de los bares del tórrido verano español. Claro que la chufa puede ser otra cosa bien distinta. Tan distinta que, al menos aquí en estas tierras del Levante español, se llama también chufa al pene flácido y casi desaparecido del vejete en edad de redención. Una edad que no se sabe cual es, pues unos dicen rendirse a los sesenta cuando otros afirman a los setenta estar "mejor que nunca". En fin, allá cada cual, pero no creo que este post tenga nada que ver con el refresco valenciano, ni con "els fartons" que suelen acompañarlo.

Todo esto ¡vaya castaña! viene a cuento de la historia de la familia real española, que no tiene desperdicio desde el primer día de su formación, tras la muerte de Carlos II último rey de la Casa de Austria sin descendencia. 
Hoy no iremos tan lejos y nos quedaremos a mediados del siglo XIX, ya calmados los ánimos de los carlistas que desafiaban la legitimidad del ascenso al trono de Isabel II, a falta de hijo varón por parte del rey Fernando VII y de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. 
Según el Reglamento de Sucesión aprobado por Felipe V, primero de los Borbones, a falta de heredero varón el trono debía pasar al hermano menor, en este caso Carlos María Isidro, pero Fernando VII se anticipó a los acontecimientos derogando la llamada "Ley Sálica" y nombrando Princesa de Asturias a su hija Isabel que pasaría a ser reina de España como Isabel II, lo que fue causa de la Guerra Carlista. 
Denominada la Pragmática Sanción, ésta anulaba el Auto de Felipe V de Borbón del año 1713 que impedía a las mujeres el acceso al trono. La nueva Ley permitía el acceso femenino siempre y cuando no hubiera hermanos varones. 

Con esta derogación Isabel II fue reina de España entre 1833 y 1868, aunque con problemas de toda índole ya que a la muerte del rey todavía no había cumplido los 3 años de edad. 
Su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias fue regente hasta 1840, pero la sublevación generalizada contra ella abocó a ésta a la renuncia y a dejar la Regencia y la custodia de Isabel y de sus hermanas en manos del general Espartero que ejerció como Regente hasta 1843.
Espartero siempre demostró una total lealtad a su reina Isabel II, e incluso la mantuvo después de haber sido destronada en 1868, al defender los derechos de su hijo Alfonso XII.


Con el propósito de evitar una tercera regencia, en Noviembre de 1843 y por lo tanto con solo 13 años, Isabel II fue declarada mayor de edad y a los 16 años el Gobierno arregló su matrimonio con su doble primo (padres y madres eran hermanos) el infante Francisco de Asís y Borbón, un matrimonio que estaba condenado al mayor de los fracasos puesto que, además de la bestial consanguinidad, al infante le gustaban más los hombres que las mujeres.
La propia reina dijo en cierta ocasión:
¿Qué podía esperar de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes que yo?. 
Bautizado despectivamente por el pueblo con el nombre de "Doña Paquita", eran muchas las burlas que se decían al respecto de su hombría y alguna que otra copla como la que señalamos a continuación...
Gran problema es en la Corte,
averiguar si el Consorte, 
cuando acude al escusado,
mea de pie o mea sentado.


A pesar de estas anécdotas, el rey tuvo varias amantes e hijos fuera del matrimonio, de la misma manera que también Isabel II hizo lo propio. Oficialmente el matrimonio tuvo doce hijos aunque por lo visto el progenitor solo lo era sobre el papel. Además de las tendencias homosexuales del regente y de las desavenencias de los esposos, había un problema añadido en el caso de Francisco de Asís y es el que le obligaba a mear sentado. Hay referencias biográficas que constatan un problema de hipospadia en el rey. Una malformación en la uretra impedía la salida de la orina por el glande, haciéndolo por un orificio que tenía en el tronco del pene o incluso en la unión del escroto y el pene, imposibilitanto la micción natural de pie sin mancharse la ropa, lo que no le impedía el mantenimiento de relaciones sexuales. 
Total, que entre los queridos y el problema de la "chufa"... Isabel no estaba "contenta" y menos aún debidamente satisfecha con Francisco, motivo por el cual lo sustituía con (muchísima) frecuencia con hombres apuestos y mejor dotados.


Con una Isabel II, con cierta fama de auténtica ninfómana, se dijo que Alfonso XII, único varón que llegó a edad adulta y futuro rey de España, no era para nada hijo de Francisco de Asís sino del capitán Enrique Puigmoltó, un militar valenciano hijo del conde de Torrefiel y así lo revela una conversacion con monseñor Giovanni Simeoni, encargado de los negocios con la Santa Sede, que no deja lugar a dudas:
"...que el general Narváez había hablado fuertemente con Isabel II de la obligación de acabar con el escándalo con el militar valenciano que, habiendo sido en estos últimos meses tan enérgicas las expresiones, la misma Reina le dijo llorando: ¿Es que deseas que aborte?". 
La reina no abortó y llegó el vástago en la figura de Alfonso XII. El romance duró más de tres años y le valió al militar toda clase de condecoraciones y prebendas. Alfonso XII fue conocido como "el Puigmoltejo". Nueve años antes de morir, el militar recibió la Cruz de San Hermenegildo, por los "servicios" prestados a la Corona. Especialmente a la reina, claro. Y es que, como la "chufa" valenciana... ¡no hay nada igual!.


- "Hijo mío -dijo la reina a Alfonso XII- la única sangre Borbón que corre por tus venas es la mía".
Alfonso XII fue proclamado rey de España en Enero de 1875. Murió de tuberculosis 10 años después. 
Isabel II sobrevivió a su hijo y falleció en 1904. Lo hizo en Madrid, intentando justificar sus muchos pecados y especialmente los de la carne, en una entrevista concedida en exclusiva al escritor Benito Pérez Galdós: 
"¿Qué había de hacer yo, jovencita, reina a los catorce años, sin freno a mi voluntad, con todo el dinero para mis antojos, no viendo a mi lado más que personas que se doblaban ante mí como cañas, ni oyendo más que voces de adulación que me aturdían...? ¿Qué había de hacer yo?. Póngase en mi caso". 
Pues nada... Quizás reinar, buscando la paz y el progreso de los españoles, en lugar de estar follando mañana y tarde. ¿O no?.

RAFAEL FABREGAT

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