15 de junio de 2015

1792- SALADINO. (Yûsuf ibn Ayyûb)

Saladino fue uno de los más grandes gobernantes del mundo islámico. Nació en el año 1138 en Tikrit (Iraq) en el seno de una familia kurda, originaria de Armenia. Inició su carrera militar a las órdenes de su tío Shikuh, general de Nur-al-Din jefe de Siria. Participó en la conquista de Egipto y a la muerte de su tío asumió el mando de los ejércitos sirios. Entre 1171 y 1193 fue sultán de Egipto y de Siria, unificando el Oriente Próximo. En 1187 reavivó la guerra santa y conquistó Jerusalén al derrotar a los cruzados, provocando una Tercera Cruzada (1189-1192) esta vez capitaneada por Ricardo Corazón de León. Un poderoso ejército, dirigido por los reyes de Francia e Inglaterra desembarcó en Acre sitiando de inmediato la ciudad. 

Gran Mezquita de Damasco y tumba de Saladino.
Los intentos de Saladino por romper el cerco fueron infructuosos por lo que éste centró su atención en impedir que los ejércitos cristianos llegasen a Jerusalén. La dura resistencia musulmana impidió el avance occidental y los cristianos no volvieron a ocupar Jerusalén aunque retuvieron las ciudades costeras ya conquistadas y negociaron la paz con Saladino. El interior de Palestina y la propia Jerusalén quedaba en poder de los musulmanes. La figura de Saladino fue exaltada por los cristianos y reverenciada por los musulmanes. En 1193, a la edad de 55 años moría Saladino de muerte natural, algo bastante extraño en aquellos tiempos. Saladino pasó a la Historia como salvador del islam.


También los propios cruzados y los historiadores occidentales destacaron su valentía y su honor como defensor de su pueblo y de sus creencias. Su tumba está situada en el ala norte de la Gran Mezquita de Damasco (Siria) donde cada año es visitada por millares de personas de todos los credos y partes del mundo. En la cámara mortuoria hay dos sepulcros, un cenotafio de madera con los restos de Saladino y un sepulcro vacío de mármol blanco. En su visita de 1903 a Damasco, el káiser alemán Guillermo II, al ver el mal estado del cenotafio original de madera, pagó su restauración y encargó uno sepulcro nuevo de mármol, que nunca fue utilizado.

RAFAEL FABREGAT


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