6 de septiembre de 2015

1876- INIQUIDAD, FASCISMO Y ANARQUÍA.

Tanto el fascismo, como la anarquía, tienen una fuerte carga de iniquidad. Es la maldad, la injusticia, la ofensa y la represión a la libertad de los demás. Al igual que el fascismo, la anarquía y la iniquidad son movimientos totalitarios, un intento de conseguir por la fuerza lo que te niega la razón. Sin embargo, mientras el fascismo se asocia a las políticas llamadas de "derechas", la anarquía se mueve en el limbo de una "izquierda" descontenta, que busca la justicia que el mundo democrático y liberal parece 
negarle. Sin embargo los dos movimientos son autoritarios y violentos, pretenden representar al pueblo, pero en todos los lugares donde se han visto implantadas ambas tendencias, el pueblo ha sido siempre ignorado, vilipendiado e incluso asesinado a millares. Diferentes ideales con las mismas atrocidades.


Los sinónimos de la iniquidad son la maldad, la infamia y la injusticia. Tanto por acción como por omisión. Para proceder al ahorcamiento del reo solo cuatro tiran de la cuerda, pero todos los presentes gritan celebrándolo. ¿Y si el acusado no es culpable?. ¿Cuantos de los presentes se preocupan de averiguar la verdad?. La culpa es del ambiente que se crea alrededor pero, mientras tanto, el ahorcado se balancea en la cuerda hasta que muere sin que nadie se haya molestado en saber si son verdad o no los hechos que se le imputan. Y lo que es más, el ahorcado pasa a la historia como culpable cierto y verdadero. Eso es la iniquidad. Amigos pocos o ninguno. Tenemos conocidos, compañeros... pero, ¿amigos?. Los amigos se cuentan con una mano y sobran dedos.


La iniquidad, un mal más grave incluso que el pecado, es algo con lo que la mayoría de nosotros nacemos. Unos hablarán de Dios, otros del Demonio... Yo, que soy un escéptico, digo simplemente que es algo que la especie humana fue adquiriendo como forma de supervivencia. No había comida para todos y se trataba de la ley del más fuerte. Comer sin ser comido. Así viven los peces, los animales carnívoros, la raza humana. Sin embargo en pleno siglo XXI, con una agricultura y ganadería perfectamente desarrolladas, cuando la lucha por la supervivencia ya no es necesaria, deberían de abandonarse esos hábitos que ya no son necesarios para garantizar el sustento. Claro que ahora es mucho peor, se trata de ser más que el vecino, ya no solo en lo económico, sino en en lo social.


La gente, alguna gente, carece de memoria. Han olvidado quienes son y de donde vienen. Demasiada gente ha olvidado sus raíces y mira por encima del hombro a los demás, siempre pretendiendo superar a sus iguales. Si pueden lo hacen con el dinero y si éste no les sobra lo hacen con una categoría social que ellos mismos se han inventado. 
- ¡Mejor cabeza de ratón! -piensan. 
La mejor defensa es el ataque pero, ¿qué necesidad hay de atacar a quien no te ataca?. Pues bien, ese es el pensamiento de fascistas y anarquistas: la iniquidad. El egoísmo, la falta de piedad al que consideran inferior, que para ellos son (casi) todos los demás. Personalmente esa clase de personajes me parecen unos desgraciados y aunque no pueda considerarles mis amigos, les perdono sinceramente pero sin tenerles por inocentes, porque no lo son.


Es mucha la gente que desconoce el significado de la palabra iniquidad y muy especialmente entre los católicos practicantes, a pesar de que en la Biblia se habla muchas veces de ella. También son muchos los que ignoran la estrecha relación que existe entre la iniquidad, el fascismo y la anarquía. Los tres términos producen efecto parecido. Rompen la verdadera amistad y construyen un mundo de conocidos pero sin ningún amigo de verdad. No pueden recibir lo que no dan. Ya no digamos en la vida política, provocando la violencia y por tanto el desmoronamiento de la sociedad. Para esta clase de personajes no importan los medios, sino las metas. El resultado es la mediocridad y consecuente infelicidad. Ante estas actitudes lo más deseable es no darte cuenta de tus limitaciones.


Actualmente la iniquidad se ha convertido en el pecado general del mundo. Ahora ya no es importante saber, o tener. Aquí, de lo que se trata es de parecer. Hasta tal punto ha llegado la inhumanidad de algunos personajes que solo buscan alcanzar una luna demasiado lejana. Para los que creen en Dios y en los hombres, debe ser todo un desengaño, una especie de Sodoma y Gomorra. Aunque si conocen las antiguas profecías, no les causará sorpresa que se incrementen estos desórdenes de la conducta humana. La gente, es nuestra desgracia, no sabemos vivir en paz y amor. Somos egoístas por naturaleza y, queriendo o sin querer, fomentamos la injusticia y con ello la iniquidad. Imponer nuestros criterios no es una buena fórmula de hacer amigos, ni de gobernar un país. A pesar de sus fallos, que los tiene, la actitud democrática es preferible... Y lo mismo en amistad como en política.

RAFAEL FABREGAT

NOTA DEL AUTOR.- Un poco aburrida, la entrada de hoy. Ya lo sé, pero la vida nos da una de cal y otra de arena para fabricar el mortero con el que poder soportarla... Un abrazo.

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