6 de enero de 2016

1979- GRANADA, MORA Y CRISTIANA.

La debilidad del emir Abü Abd Al-lhä (Boabdil) fue determinante para devolver la cristiandad a Granada, pero aún así hicieron falta seis años para conquistarla. Boabdil había nacido en la Alhambra granadina el año en 1459. 

A su nacimiento los musulmanes hacía ya 748 años que dominaban la Península Ibérica. Miembro de la dinastía nazarí, fue el último rey musulmán que reinó en España, tras la invasión del año 711. Boabdil era hijo del emir de Granada Muley Hacén y de la sultana Aixa. Con tan solo 23 años de edad (1482) se sublevó contra su padre y accedió al trono, gracias al apoyo de su madre y de los nobles Abencerrajes, enemigos del emir Muley Hacén por haber asesinado a varios caballeros de su tribu. Granada estaba pues en medio de un conflicto interno y revoluciones constantes entre los partidarios de padre e hijo. Aprovechando la debilidad del momento las tropas cristianas vieron ocasión de finalizar la Reconquista y en la Batalla de Lucena (1483) consiguieron poner en desbandada a los musulmanes y tomaron prisionero a Boabdil. Para conseguir su libertad, el emir de Granada hubo de renunciar a los territorios conquistados a Castilla, lo que favoreció la penetración de las tropas castellanas y el asedio final y la toma de la plaza el 1 de Enero de 1492. Todo vino propiciado por el  Papa Sixto IV e Inocencio VIII, que apoyaron la empresa militar al instituir una Bula de Cruzada que fue renovándose cada dos años hasta conseguir el objetivo. 

El apoyo financiero supuso una recaudación de 500 millones de maravedíes, aportados por la nobleza,  el clero y las comunidades judías peninsulares. Incluso de los países europeos llegaron diferentes remesas económicas, así como caballeros dispuestos a participar en la Cruzada de Occidente. Ante el apoyo de la Iglesia el fervor popular era de tal consideración que, allá por donde pasaban tropas defensoras de la cristiandad, hombres, mujeres y niños salían de campos y aldeas vitoreándoles y expresándoles su gratitud y bendiciones. Los cristianos tenían superioridad numérica y moral pero las dificultades del terreno hicieron que asedios y escaramuzas se prolongaran durante seis años. 

Convencidos del éxito final, los Reyes Católicos no permitieron que se usara la artillería, pues no querían dañar la ciudad. Finalmente el 25 de Noviembre de 1491, tras casi una década de batallas y escaramuzas interminables, se firmó el Tratado de Paz. Con este tratado Boabdill renunciaba a la soberanía del Reino de Granada a favor de los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, quienes garantizaron a su vez tolerancia religiosa con los musulmanes a cambio de su rendición incondicional. En las numerosas clausulas del Tratado se autorizaba a los moros a seguir en el país, manteniendo religión, costumbres y propiedades, pero prohibiéndoles la propiedad y uso de las armas de fuego. Como medida de gracia se les concedió indulto general a todos los presos de Granada, moros o cristianos, eximiéndoles del pago de impuestos durante tres años. 

Se completaba la Reconquista iniciada el año 722 con la Batalla de Covadonga a cargo de Don Pelayo, primer rey de los Astures. En Roma el final de la Cruzada se celebró con volteo de campanas y grandes fiestas de todo tipo. Con una ceremonia sin humillación alguna, aquel 1 de Enero de 1492 Boabdil entregó las llaves de la ciudad al representante real, Conde de Tendilla y salió de Granada para no volver jamás. Marchaba hacia la Alcazaba de Laujar, en las Alpujarras almerienses, tierras asignadas para él por los Reyes Católicos, a unos 120 Km. de Granada. Sin embargo dieciocho meses después y en contra de la voluntad papal, los Reyes Católicos presionaron indirectamente a Boabdil para que regresara a la Berbería, para evitar posibles revueltas moriscas en apoyo de la restitución del emirato. Boabdil cruzó el estrecho y se estableció en Fez (Marruecos) donde vivió hasta 1533.

La invasión musulmana había finalizado, pero no la presencia de aquellas gentes, en tierras hispanas desde el año 711 y que todavía seguirían aquí hasta su expulsión definitiva en 1609-1613, a cargo del rey Felipe III, cuando fueron confiscados todos sus bienes y deportados al continente africano. El motivo dependerá de quien cuente la historia. Indudablemente fue todo un abuso por parte de las autoridades españolas, pero los moriscos nunca se adaptaron a la vida entre cristianos y siempre fueron un mundo aparte, donde las rebeliones eran constantes. Las incursiones de los piratas berberiscos, aplaudidas por los moriscos peninsulares y algunas veces propiciadas por información facilitada por éstos, fue otro de los factores que decantó la balanza a favor de su expulsión. Fueron muchos los desencadenantes y finalmente todos ellos fueron embarcados, con las escasas pertenencias que pudieran llevar a sus espaldas. Aquel año 1613 y no antes, Granada era definitivamente cristiana.

RAFAEL FABREGAT

4 comentarios:

  1. Hola Rafael, feliz año nuevo. Muy interesante esta historia, conocía parte por vivir tan cerca de esta maravillosa ciudad. Como siempre genial recopilar este trocito de la historia de Granada y tan decisiva. Un abrazo

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    1. Gracias Emerencia. ¿Qué haría yo sin vosotros, mis lectores?. Un fuerte abrazo para tí y para José y mis mejores deseos en este nuevo año 2016.
      Hasta siempre.

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  2. Gracias a ti Velia. Feliz Año Nuevo.
    Un fuerte abrazo.

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