9 de junio de 2016

2113- EL CARNICERO DE GALLOWAY.

Según las crónicas, hasta el siglo XV Escocia era tierra habitada por gente inculta, casi salvaje, y en ese contexto brilló Sawney Beane, un holgazán endemoniado que ya desde niño se negó a ayudar a sus padres en las tareas del campo. Nacido en 1.390 dedicó su existencia a martirizar a su familia y a sus vecinos con un comportamiento totalmente antisocial. Afortunadamente, para todos ellos, recién cumplidos los 20 años el joven Beane decidió abandonar el pueblo que tanto odiaba, lo que supuso un gran alivio para todos. Se unió a su marcha el único amigo que tenía y ambos recorrieron Escocia sin que fueran admitidos en ninguna de las localidades que visitaron. 

Más bien al contrario fueron rechazados y hasta incluso pateados en muchas de ellas.
Ante la proximidad de la llegada del invierno la pareja se refugió finalmente en una gruta de la costa escocesa que, afortunadamente para ellos, resultó profunda, amplia y seca, aunque con el inconveniente que no había ningún tipo de alimento en las zonas proximidades. Beane exploró el territorio buscando algún lugareño que pudiera venderles comida pero no había construcción alguna cerca y la única señal de vida era un maltrecho camino que finalizaba en un embarcadero donde, muy de tarde en tarde, algún viajero tomaba una pequeña embarcación que llevaba a Irlanda. 
Casualmente uno de aquellos días vio a un viajero que pretendía viajar y, desesperado y hambriento, le asestó un golpe seco y se llevó a la cueva su cadáver. No quería su dinero, sino su carne. No sabemos que pasó con su amigo pero con el tiempo Beane se casó, siendo padre de ocho hijos y seis hijas, aunque seguía sin querer trabajar. 

Cuantas más bocas había en su familia más viajeros había que matar. Las matanzas se sucedieron durante 28 años y se cree que rondó el millar de indivíduos. Nadie sospechó de un caníbal que atacaba solo por la noche y que habitaba una cueva durante mucho tiempo cerrada por las mareas. Finalmente el cúmulo de desapariciones llamó la atención de las autoridades de Glasgow y se inició una auténtica caza de brujas que provocó el ahorcamiento de decenas de 'inocentes', con respecto a este caso. Sin embargo esto no amedrentó a la familia Beane que se sentía segura en su cueva. El mismo rey tomó cartas en el asunto y se buscó al culpable por toda la costa escocesa. 

La escapatoria de uno de los miembros de una pareja atacada por 'unas bestias salvajes', propició la localización de la zona en la que la gente desaparecía misteriosamente. Allí fue localizada la cueva ocupada por la familia Beane. Con sorpresa contemplaron que la cueva estaba habitada por 'salvajes' y completamente adornada con huesos humanos. Mientras los mayores estaban disfrutando de tan ricos manjares, los niños jugaban con los cráneos de la gente asesinada. Los caníbales fueron trasladados inmediatamente a Edimburgo, pero ni siquiera fueron sometidos a juicio. Condenados a una rápida ejecución, las mujeres ardieron con sus bebés en brazos mientras los hombres fueron desmembrados hasta la muerte. El clan sumaba en ese momento 48 miembros.

Sin poder asegurarse que la historia del Carnicero de Galoway sea real o legendaria, está demostrado que el canibalismo no era un mito en la Escocia medieval. 
También está documentado que Galloway fue un territorio especialmente salvaje hasta la Edad Moderna. 
Este relato apareció por vez primera en las revistas británicas durante las 'rebeliones jacobitas'. (1688-1746) 
Estas revueltas tuvieron como fin recuperar el trono a la Casa Estuardo, de origen escocés. Alineados hasta entonces con la Casa de Hannover, habían de promocionarse las ventajas inglesas en detrimento de las provenientes del norte y este relato y alguno más ayudó a tales fines.

RAFAEL FABREGAT

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