27 de junio de 2016

2131- LA MUERTE DE PIZARRO.

Plaza Mayor de Trujillo, con la estátua equestre de Pizarro.
Francisco Pizarro nació en Trujillo (España) el 16 de Marzo de 1478. Explorador en el Nuevo Mundo, conquistó las tierras del Imperio Inca gracias a la ayuda de los muchos caciques locales, descontentos con el poder establecido. Era hijo del hidalgo Gonzalo Pizarro, triunfador en la Campaña de Italia a las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba. Primo segundo de Hernán Cortés, en 1502 llegó a América acompañando a la expedición de Nicolás de Ovando, nuevo gobernador de La Española. De carácter fuerte y poco dado a la vida ociosa, participó en la exploración de América Central y Colombia, así como el descubrimiento del océano Pacífico. Asociado con Diego de Almagro y Hernando de Luque, en 1524 se apresta a conquistar las tierras de Perú a los Incas.

Tras más de dos años de hambre y calamidades, en 1526 llegan a la Isla de Gallo pero sus hombres se niegan a seguir. Pizarro desenvaina su espada y traza una raya en el suelo dándoles la oportunidad de seguir o volver sobre sus pasos. Solo 13 hombres cruzaron la raya. Cinco meses estuvieron esperando los necesarios refuerzos para poder continuar con la expedición. La nave los encontró en la Isla de Gorgona, hambrientos y acosados por los indios. De inmediato zarparon hacia el sur. Tras la capitulación de Isabel de Portugal y con el apoyo de Carlos I se concedieron derechos de dominio sobre las tierras exploradas de Perú. A Pizarro le correspondían las tierras desde el río Tempula (Colombia) hasta Cuzco, entonces habitadas por unos 12 millones de personas.


En base a una leyenda ancestral, Atahualpa creyó en el origen mitológico de Pizarro y éste, acompañado solamente por 168 hombres y 37 caballos fue a Cajamarca donde fue recibido por el inca vestido con grades galas. Rodeado de más de 30.000 soldados, conquistar el territorio inca era imposible pero, a la mañana siguiente de su llegada miles de soldados desarmados les rodearon y un camino se abrió entre ellos dando paso al rey Atahualpa sobre trono de oro. En un último esfuerzo desesperado el capellán que acompañaba a Pizarro se dirigió al rey inca exhibiendo una cruz y la Biblia. Sin entender lo que se le decía, Atahualpa cogió la Biblia y la tiró al suelo, abriendo fuego los españoles y tomando como rehen a Atahualpa sin que sus hombres supieran reaccionar.


El rey inca quedó confinado en su palacio de Cajamarca con tres de sus esposas. 
Atahualpa propuso a Pizarro llenar dos veces la habitación, una con oro y otra con plata, a cambio de su libertad. Aceptó Pizarro y durante tres meses duró el acarrero que concentró en la ciudad 84 toneladas de oro y 164 de plata, pero la noche del 26 de Julio de 1533 Pizarro entendió que mantener vivo a Atahualpa era demasiado peligroso y lo mandó ejecutar. 
Se le ofreció la posibilidad de convertirse al cristianismo o morir estrangulado mediante garrote vil. Atahualpa eligió esto último, previo bautismo del sacerdote español que le puso el nombre de Francisco. 
Se dice que miles de incas se suicidaron esa misma noche para seguir los pasos de su rey al otro mundo. A mediados de Enero de 1535 Pizarro fundó las ciudades de Lima y Trujillo.


El gran explorador y conquistador extremeño sobrevivió a todo, pero no a la envidia y a la ira de sus propios compatriotas. A sus 63 años de vida, pensaba él que iba a gozar por fin del fruto de sus conquistas, pero nada más lejos de la realidad. El 26 de Junio de 1541, recién estrenado el Palacio de los Reyes, para disfrutarlo con la bella Angélica Yupanki, se produjo la rebelión de los hombres de su viejo amigo Diego de Almagro, que un tiempo atrás había entrado en guerra con Pizarro y fue ejecutado. Su plácida vejez junto a su esposa e hijos quedaría truncada para siempre. Hasta 16 lanzadas, estocadas y puñaladas le dieron al desprevenido Pizarro, una de las cuales le atravesó la garganta. 


Pizarro murió pobre pues, a pesar de algunos relatos en contrario, no tenía codicia ninguna. A su muerte, aunque tan solo tenía 63 años, era todo un anciano. Sabiéndose claramente amenazado, aquella misma mañana había pedido que se oficiara una misa en su residencia. No se equivocó. Al grito de 'viva el rey muera el traidor' un grupo armado irrumpió en la sala huyendo los acompañantes de Pizarro en clara desbandada y tirándose por las ventanas que daban al río Rimac. Solo quedó Pizarro, su hermano y dos pajes. Todos se defendieron con tanta bravura que fueron necesarias muchas heridas para poder acabar con sus vidas. Descansa, tras no pocos avatares, en una capilla de la Catedral de Lima. 

RAFAEL FABREGAT

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