23 de agosto de 2016

2175- TRES KILÓMETROS DE AMOR.

No. No voy a hacer sufrir al lector. Se trata de un túnel ferroviario común y coloquialmente llamado el túnel del amor. La explicación es clara, poca luz, exuberante vegetación y romanticismo sin parangón.


El túnel en cuestión está al oeste de Ucrania, cerca de la ciudad de Klevan y provincia de Rivne. Se trata de una localidad de unos 8.000 habitantes a 28 Km. de la capital provincial. Por si "el túnel del amor" no es de por sí suficientemente romántico, en un lugar próximo se encuentran las ruinas del Castillo de Klevan, en otro tiempo hogar de la familia Czartoryski, señores del lugar. Son las ruinas de un castillo señorial de mediados del siglo XV que se completó en el XVI. Nada queda ya de su antiguo esplendor. Abandonado y en estado ruinoso, la naturaleza se ha adueñado del lugar. Hoy todavía es destino de escapadas románticas de jóvenes parejas que retozan por sus laberínticos senderos pero en breve todo desaparecerá entre la vegetación.


Contrariamente a lo que algunos pudieran pensar, "el túnel del amor" no es lugar para retozar, salvo que conozcas sus tiempos de peligro
latente. 
El túnel vegetal se ha hecho famoso y son muchos los turistas que visitan esta localidad con ese único destino, pero no se trata de una vía muerta con redoblado romanticismo... 
El 'tren del amor' no existe como tal, sino que es una red ferroviaria local que tres veces al día y otras tantas de vuelta transporta materia prima a una fábrica procesadora de madera situada en Rivne. La estación está justamente en Klevan y de allí parten los troncos que posteriormente se convertirán en todo tipo de materiales para la construcción, etc.


El "túnel del amor", de tres kilómetros de longitud, no es (o no debería ser) un destino turístico, puesto que es una vía férrea en activo con el consiguiente peligro.
Aún así se ha puesto de moda y son muchas las gentes que lo visitan anualmente. Incluso se está extendiendo la costumbre de que los recién casados se hagan algunas fotos allí tras la ceremonia, con el consiguiente peligro para quienes no conozcan los horarios de un tren seguramente inexacto.
Es de suponer que con bastante frecuencia el tren maderero (que no del amor) hará sonar el silbato pero, si no fuera así, ¡atención! porque en el momento más inesperado el tren se puede presentar de improviso ¡y ocupa la totalidad del espacio de túnel vegetal!. Alguna pareja despistada habrá tenido que lanzarse dentro de la maleza para no ser atropellada. ¡Ay las cosas del amor...! Con túnel o sin túnel el amor es lo mejor de la vida. Aprovechad, aprovechad, que la vida es corta y la juventud, ¡dura tan poco...!.

RAFAEL FABREGAT

2 comentarios:

  1. Así es, María. Su exuberancia le ha dado nombre pero, más que una cuestión de amor, yo diría que es un fenómeno natural, con la colaboración del ser humano. Gracias por comentar. Recibe un fuerte abrazo. EL ÚLTIMO CONDILL

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