19 de septiembre de 2016

2198- LAS MURALLAS DE SANÁ.

Pocas cosas pueden encontrarse en el mundo tan antiguas y tan auténticas como la vieja ciudad de Saná, en Yemen. Las ciudades, los destinos turísticos, pierden su esencia cuando se hacen populares y son visitados por miles de turistas. Casi de inmediato sus negocios y sus gentes cambian, en su búsqueda por adaptarse al visitante que tan pingües beneficios les lleva. Esa es la desgracia que el turismo trae consigo, que todo lo altera y con ello hace perder justamente aquella esencia que busca el visitante. Claro que éste no ha sido el caso de Saná, la capital de Yemen. Sin duda el mérito no será de sus gentes, sino porque casi ningún occidental tiene previsto visitarla. Y no será por falta de ganas no, pero nadie lo recomienda y menos aún los Ministerios de Exteriores de cualquier país occidental.

Los motivos son muchos y todos negativos. Está calificada como centro de operaciones de Al-Qaeda e inmersa en una guerra civil, además de tener una altísima tasa de pobreza que impide su desarrollo. Aún así muchos la califican como el Manhattan del siglo V a.C., sin duda por la peculiaridad de sus antiguas construcciones en vertical. No hace falta ir para despertar la curiosidad del turismo mundial. A poco que conozcamos de ella y solo por las fotos que nos llegan a través de los aventureros que arriesgan su físico por visitar un país tan conflictivo, ya se desata nuestro interés. Saná es ciudad milenaria, que no ha cambiado apenas en 2.500 años y que nos traslada por tanto 25 siglos atrás, transportándonos al Reino de Saba y a las Mil y Una Noches...


Saná está próxima al Golfo de Aden, en plena Ruta de la Seda y de las Especias asiáticas. La tradición dice que la fundó Sem, el primogénito de Noé y por tanto centro de peregrinación donde fue construida una catedral con el apoyo del emperador Justiniano I de Bizancio. Por su estrechas callejuelas han pasado persas, judíos, musulmanes y cristianos, como ahora pasan los de Al-Qaeda, es decir, todos armados y empeñados en que los locales lo dejen todo para seguir sus creencias. Desde el año 628 la ciudad es oficialmente musulmana. Otros palacios y lugares de culto fueron arrasados o adaptados a la nueva religión. El principal monumento es la Gran Mezquita que, según dicen los historiadores, está emplazada en lo que fue la antigua catedral cristiana y bizantina.


Los habitantes de Saná apenas se enteran de que hay otros mundos paralelos al suyo. Es un coto cerrado donde la escasas imágenes divulgadas por su TV estatal son examinadas en lupa por la censura política y religiosa que las emite. La mejor imagen de inamovilidad está pues en la calle, en sus mercados, más de 40 zocos especializados en productos diferentes, donde con dinero se puede encontrar de todo. Incluso armas artesanales de todo tipo, forjadas a la antigua usanza. Saná es un museo al aire libre. La llamada 'ciudad vieja' es Patrimonio de la Humanidad desde 1.986 y lo es en base a sus 106 mezquitas, sus 12 hammans y sus 6.500 casas anteriores al siglo XI. Entre sus enrevesadas callejuelas construcciones de adobe de hasta ocho pisos de altura, con fachadas decoradas y ventanas con vidrieras de colores, todas parecidas pero ninguna igual.

A quienes tengan la osadía de ir, se le aconseja que visite el Museo Nacional de Yemen y el Palacio de Ghumdan, de la época del Reino de Saba en el siglo III, que curiosamente ha sobrevivido a todos los conflictos habidos y por haber, no sin muchas reconstrucciones pero manteniendo siempre su esencia. Es cruzar la puerta de Bab al-Yaman, cruzar las murallas de Saná y entrar en otro mundo que, a pesar de sus muchas dificultades y estrecheces, mantiene vivos estilos de vida que en el mundo occidental hace siglos que dejaron de existir. Todo un escenario de cuentos medievales, de auténticas leyendas. Algo que jamás podríamos pensar que todavía exista en el siglo XXI... Un tesoro que el día que se pierda, nadie podrá recuperar. Desde luego es arriesgado, yo no pienso ir, pero sin duda valdría la pena correr ese riesgo. 

RAFAEL FABREGAT

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