24 de julio de 2017

2457- EL REY DE PATONES.

Para visitar este reino no hay que viajar a países lejanos. A 71 Km. al noroeste de Madrid se encuentra la "aldea negra" de Patones de Arriba. Lo de "aldea negra" viene dado porque antiguamente sus tejados estaban construidos con pizarra, pero nada queda de todo aquello. Su mayor curiosidad histórica es la de haber albergado entre tan escasas y pobres paredes a todo un "rey", un espabilado para unos y déspota para otros, que dirigió el destino de sus vecinos desde la fundación del poblado en 1527 y hasta 1753, cuando esta figura desapareció con la muerte del último descendiente de la familia Prieto, que así se apellidaban. Su mayor gesta, en 1653, fue el impedir a sus vecinos el pago de tributos y escribir a Carlos III de España haciéndole saber que su negativa se debía al olvido en el que el Ducado de Uceda, del que dependían, tenía a este pueblo y motivo por el cual solicitaban su independencia. El rey Carlos III aceptó sus reclamaciones y el pueblo de Patones fue a partir de aquel momento pueblo de pleno derecho. 


Lo que no esperaba el reyezuelo del lugar es que, con aquella independencia, su figura como rey de Patones dejó ya de tener sentido y perdió potestades aunque, eso sí, sin caer todavía en el olvido. La dinastía familiar de los Prieto, que había regido hasta entonces los destinos de Patones de forma hereditaria, se extinguió definitivamente a mediados del siglo XVIII. En 1753, última fecha en la que queda constancia de la intervención del último "rey", éste se entrevistó con el cardenal Moscoso, supremo canciller de Castilla y consejero de Estado de Felipe IV para la construcción de una ermita que finalmente derivó en la actual iglesia de San José. Después, con respecto a la familia Prieto, el silencio. Cansados de las incomodidades del lugar, en la década de 1960 sus vecinos se trasladaron a una zona más baja del municipio y separada del mismo por menos de un kilómetro, pero haciendo distinción entre Patones de Arriba y Patones de Abajo o simplemente Patones, a secas. 


En llano y junto a la carretera comarcal M-102 el nuevo pueblo de Patones no paró de progresar, mientras la aldea quedaba primeramente abandonada y posteriormente relegada a artistas y aventureros que vieron posible explotación para turismo rural. No se equivocaron, pues no faltan los curiosos que cada fin de semana remueven en la leyenda del "rey" Prieto y dejan allí sus dineros. Listos o tontos sus antiguos propietarios marcharon sin pensárselo dos veces y nada queda ya de la llamada "Aldea Negra". Olvidaron antiguas e incómodas costumbres para trasladarse al nuevo poblado que consta, mayoritariamente, de casas residenciales de una sola planta, dos a lo sumo, muchas de ellas solamente habitadas en fines de semana y festivos como forma de desconectar de la vida de ciudad a la que muchos marcharon. En cuanto a la vieja aldea de Patones de Arriba, apenas tiene interés para madrileños aburridos. Sus nuevos propietarios se han encargado de poner en valor viejas paredes y leyendas que llenan bares y albergues todos los fines de semana. Enhorabuena. 

RAFAEL FABREGAT

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