6 de octubre de 2017

2508- LAS MUJERES Y EL CLERO.

En mi casa nunca fueron creyentes, pero yo nací de otra pasta... Soy muy curioso. Sería por la férrea educación dictatorial de aquellos años, o venga usted a saber, pero yo siempre creí y creo en Dios. Ahora, después de muchos años, y habiendo leído mucho y escuchado muchas opiniones diferentes, sigo creyendo en nuestra pequeñez y en la grandeza del Universo. ¿Es eso Dios?. No directamente, pero sin duda forma parte de ello. Cada cual lo llama de una forma, pero algo tiene que haber capaz de crear la inmensidad que nos rodea. Claro que esto, poco o nada tiene que ver con lo que la Iglesia predica y menos todavía en lo que sacerdotes y fieles hacen después, tras quitarse la sotana y salir de la Iglesia. Hipocresía pura y dura por parte de los que predican y de los que escuchan. Ya no hablemos del sexo, predicado como pecaminoso pero al que todos se apuntan y ellos antes que los demás.

Nunca dudé de la presencia de Jesucristo en la Tierra, pero de ahí a ser hijo de Dios.... Está claro que nada fue como nos cuentan que sucedió. Empezando por el principio, cuando nació Jesús y a pesar de ser el primogénito, María hacía mucho tiempo que había dejado de ser virgen. De hecho está probado que Jesús tenía no menos de seis hermanos, sino más. Tampoco se nos cuenta la vida de Jesús en sus tiempos de niñez y adolescencia, ayudando a sus padres para ganarse el sustento con el sudor de su frente. No será relevante, pero sin duda tendría la misma vida que cualquier otro chaval de su edad. Sus amigos, sus gamberradas, sus novias y sus primeras experiencias sexuales. ¿Por qué no?. Tampoco nos hablan, ya mayor, de sus mujeres y posibles hijos. Jesús no era homosexual ya que los evangelios, a pesar de estar escrupulosamente retocados, hacen entrever que María Magdalena fue una de sus esposas y antes mujer pública. Por cierto, quien alimentaba a Jesús y a sus seguidores, sino las mujeres que los rodeaban.

En los albores del cristianismo primitivo, en las primeras décadas de expansión católica y persecución romana, la mujer formaba parte como pilar básico de aquel movimiento religioso. Es más, desde el papa hasta el más miserable de los seguidores de la religión cristiana, tenían sus mujeres y sus amantes cuando podían permitírselo. Por su mayor categoría social, además de sus esposas, papas y cardenales tenían varias amantes y un número indeterminado de hijos a su cargo, que correteaban por la casa de Dios que al fin y al cabo era la suya. Sin embargo las autoridades eclesiásticas no tardaron en darse cuenta de que aquello, sin la criba necesaria, no podía ir muy lejos. Había que pulir escrituras y evangelios, al tiempo que las mujeres habían de situarse en un plano diferente, para evitar envidias y discusiones entre ellas, inconvenientes para la supervivencia de la nueva religión.

Un elevado porcentaje de la historia escrita, no era conveniente a los intereses de la Iglesia y había que pulirla para hacerla apetecible primero y creíble después. Pulir la piedra y desechar la tierra. "Separar la paja del grano. Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha". Aunque la escritura era relativamente reciente, la historia y leyendas de la humanidad eran demasiado complejas y abundantes, de la misma manera que eran demasiados los evangelios y los evangelistas. Había que simplificar. Sentarse y elegir lo más conveniente para eternizar aquella religión recién nacida. No fue nada fácil, pero entre sus seguidores había gente sabia e inteligente. Hubieron de pasar siglos y no pocos, para que también las primeras autoridades del cristianismo renunciaran a la libertad de poder ver correr a sus retoños entre vírgenes y santos. El caso es que ahora, dos mil años después, el propio clero empieza a pedir libertad sexual para sus sacerdotes, y me parece bien.

Aunque costó varios siglos, lo de sacar a las mujeres de la iglesia fue relativamente fácil por dos motivos bien diferentes. En primer lugar porque dentro de los espacios vaticanos y en cualquier otra parte del mundo católico, aunque a la sombra, las mujeres seguían viviendo como auténticas esposas de aquellos mandatarios religiosos y en segundo lugar porque a una buena parte de aquellos sacerdotes les apetecían más las relaciones carnales con hombres que con mujeres, con lo cual todo quedaba en casa y no había hijos de por medio. Solo hay que leer la historia de los papas, salpicada de un escándalo tras otro, para saber lo que hacían cardenales, obispos y sacerdotes. Podríamos decir en su descargo aquello tan manido de que "la carne es débil", pero yo no lo considero necesario. Hacían y hacen lo mismo que cualquier mortal, entonces a la vista de todos y ahora a escondidas.

¿Por qué prohibir el sexo a los sacerdotes, siendo como es algo natural y consustancial con el ser humano y con todos los seres vivos que pueblan la Tierra?. Tenemos claro que, dada la inteligencia de la mujer, su presencia dentro del clero hubiera traído más problemas que beneficios, pero nada tiene eso que ver con el hecho de que los curas pudieran tener en su casa mujeres e hijos con los que compartir tristezas y alegrías. De hecho así sucede en otras ramas de la misma religión, como la protestante, ortodoxa y muchas más, también católicas. ¿Por qué exigirles a los de Roma unas virtudes que todos sabemos no tienen?. ¿Acaso un sacerdote tiene que ser peor por el hecho de estar casado?. Y lo mismo en el caso de homosexuales. Lo verdaderamente ridículo es acostarse igualmente con hombres y mujeres, incumpliendo el celibato.

RAFAEL FABREGAT

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